¿Comes a las apuradas el sandwich del almuerzo? o... ¿te acuestas apenas terminaste el último bocado de la cena? Una nueva investigación reveló que la velocidad con la que ingerimos los alimentos influye en el aumento de peso, ya que las personas que comen rápido tienen una mayor probabilidad de engordar, mientras que los que comen lentamente pueden perder peso.
La investigación, publicada en la revista BMJ Open, analizó los hábitos alimenticios y de sueño de más de 60,000 personas con diabetes tipo 2 en Japón y encontró que aquellos que comieron lentamente tenían un 42% menos de probabilidades de tener sobrepeso que los que comían rápido. También descubrió que consumir cenas por lo menos dos horas antes de irse a la cama reduce el riesgo de tener sobrepeso en un 10 por ciento.
"Las intervenciones destinadas a alterar los hábitos alimentarios, como las iniciativas educativas y programas para reducir la velocidad de la alimentación, pueden ser útiles para prevenir la obesidad y reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles", señalaron los autores.
Velocidad al comer
De todos los encuestados, sólo el 7% respondió que eran lentos para comer, en comparación con más de la mitad que dijeron que comían a velocidad normal y alrededor de un tercio dijeron que comían rápidamente. Un análisis de estas respuestas en comparación con el índice de masa corporal (IMC) y las mediciones de la cintura de los encuestados reveló que los que comen lentamente tienen un 42% menos probabilidades de ser obesos en comparación con los que comen rápido, mientras que las personas que comieron a velocidad normal tuvieron un 29 por ciento menos de posibilidades.
Cena y desayuno
El equipo también halló que las personas que cenaban al menos dos horas antes de irse a la cama tres veces por semana tenían un 10 por ciento menos de sobrepeso. Otro de los factores que influyó en el aumento de peso era saltearse regularmente el desayuno.
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La explicación es que el metabolismo del cuerpo se ralentiza hacia el final del día, por lo que comer demasiado tarde significa que las calorías no se queman. Los científicos creen que esto se debe a que el cuerpo humano evolucionó para esperar comidas mucho más temprano en el día, porque en tiempos preindustriales las personas se iban a dormir cuando oscurecía.
El estudio asoció omitir el desayuno con obesidad y exceso de peso, lo que también confirma los estudios previos sobre la importancia del desayuno para las personas que desean perder peso.
Las limitaciones que se mencionaron sobre este estudio es que sólo se enfocaba en los participantes con diabetes tipo 2, tenía pocos participantes mayores y no tenía en cuenta los niveles de ejercicio físico o la cantidad de alimentos que consumía a diario. Además, se basó en el autoinforme, una noción subjetiva de lo rápido, normal o lento que es el ritmo de alimentación.
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