Por años se ha hablado de que los beneficios del yoga, más allá del cuerpo, se reflejan en la mente y ahora hay evidencias del porqué. Una investigación explica por primera vez la fuerte conexión neurofisiológica que existe entre las prácticas centradas en respiración, como el pranayama, y el fortalecimiento de la salud cerebral.
El pranayama son los ejercicios que, a través de la respiración, conducen a la concentración y el control de la energía. Esta práctica yóguica tiene beneficios cognitivos como aumentar la capacidad de concentración, disminuir la distracción mental y generar más emociones positivas, sin embargo, no se había profundizado en la razón. En eso se enfocó el estudio llevado a cabo por Trinity College Institute of Neuroscience y Global Brain Health Institute publicado en abril de 2018.
"Los practicantes de yoga han afirmado durante unos 2,500 años que la respiración influye en la mente. En nuestro estudio buscamos un vínculo neurofisiológico; eso podría ayudar a explicar estas afirmaciones al medir la respiración, el tiempo de reacción y la actividad cerebral en un área pequeña del tronco encefálico llamada locus coeruleus, donde se produce la noradrenalina”, explicó Michael Melnychuk, autor principal del estudio.
La noradrenalina es una hormona del sistema nervioso que actúa en el cerebro. Si se produce demasiada, no podemos enfocarnos; esta se libera cuando nos sentimos emocionalmente excitados. En el estudio encontraron que la respiración afecta directamente la noradrenalina: puede equilibrar sus niveles.
Los investigadores descubrieron que los participantes del estudio se enfocaban más mientras realizaban una tarea que exigía mucha atención y mayor sincronización entre sus patrones de respiración. En pocas palabras: los yoguis tenían razón.
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"Nuestros hallazgos podrían tener implicaciones particulares para la investigación del envejecimiento cerebral. Los cerebros generalmente pierden masa a medida que envejecen, pero ocurre menos en los cerebros de los meditadores, a largo plazo”, aseguró Ian Robertson, el otro autor principal del estudio. Señaló, además, que hay evidencia que respalda que existe una fuerte conexión entre las prácticas centradas en la respiración y la firmeza de la mente.
Este podría ser un primer paso hacia la mejora en tratamientos para ciertos trastornos. Si se hacen estudios adicionales se podría llegar al desarrollo de terapias no farmacológicas para personas con condiciones de atención comprometida, como el TDAH y lesiones cerebrales, y para apoyar el proceso cognitivo en personas de tercera edad.
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