La gente mayor está haciendo algo bien. Nuevas investigaciones sobre los efectos de la edad en el sueño sugieren que nuestros mayores duermen menos, pero dicen tener una mejor calidad de sueño y se sienten más despiertos durante el día. Un nuevo estudio así lo confirma.
"A pesar de que el sueño es un marcador biológico para detreminar la salud en general y por ende, ciertas condiciones patológicas, no se entiende muy bien sus cambios y evolución de acuerdo a la edad y al género”, explica en un comunicado un grupo de investigadores de la Universidad de Lausanne, Suiza.
Los expertos respondieron a esta falta de datos en las investigaciones sobre el sueño con un estudio publicado en la revista científica Anales de la Medicina llamado en español “ Variaciones del sueño de acuerdo a la edad y el género en sujetos que no padecen desórdenes del sueño" y encontraron algunas conclusiones significatuvas.
Esta investigación mostró hallazgos fascinantes. En primera instancia reveló que “El envejecer se asocia con un cambio gradual hacia la matutinidad”: las personas mayores se van a dormir más temprano que los jóvenes. También se observó que duermen menos tiempo y aún así se sienten bien.
La conciliación del sueño, el tiempo que se tarda en quedarse dormido a la noche, aumenta con la edad, pero sólo en las mujeres, existiendo sólo una pequeña diferencia con respecto a la rapidez con la que los hombres se duermen.
Los autores concluyen que “Las quejas referentes al sueño en las personas mayores no son normales y deben dar lugar a la identificación de causas subyacentes.”
Para evaluar los patrones de sueño, Gianina Luca y sus colaboradores llevaron a cabo una combinación de evaluación subjetiva y objetiva que varió desde cuestionarios hasta el estudio del sueño. Esto les permitió examinar las diferencias físicas, y si las personas de diferentes edades interpretaban la calidad de su sueño de forma diferente.
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El equipo de investigación estudió a 6733 participantes, de 35 a 75 años, “elegidos al azar desde el año 2003 hasta el 2006 entre la población adulta de Lausanne”. Además, excluyeron a aquellas personas que dijeron padecer de desórdenes del sueño, con el fin de focalizar su estudio sobre los cambios del sueño a través de los años en individuos sanos.
A pesar de esta reducción de tiempo de sueño, el artículo informa que “Las personas mayores se quejan menos de somnolencia, y la somnolencia patológica es significativamente más baja que en los jóvenes”, lo cual sugiere que realmente necesitan dormir menos.
Sin embargo “el rendimiento del sueño disminuye con la edad tanto en hombres como en mujeres”: las personas mayores tienen un sueño más intranquilo o liviano y es más probable que se despierten que las personas más jóvenes.
Aunque experimentan una disminución del rendimiento del sueño, los participantes mayores informaron que tenían una mejor calidad de sueño y un mejor funcionamiento diurno. Luca y sus colaboradores sugieren que “Una explicación posible para esta calificación de mejor funcionamiento diurno y mejor calidad de sueño es la adaptación a las expectativas con respecto al sueño en las personas mayores, o una aclimatación a los cambios en el dormir con el transcurso del tiempo.
Aunque realmente no podamos tener un mejor dormir al envejecer, la investigación sugiere que estaremos más satisfechos con nuestros patrones y calidad de sueño, nos sentiremos menos cansados, y en consecuencia funcionaremos mejor durante el día.
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