Lo que iba a ser un tranquilo viernes en la escuela de Newtown, Connecticut, terminó siendo una de las peores masacres de la historia. Veintisiete muertos, 20 de ellos niños, abre un nuevo interrogante: ¿cómo explicarles semejante tragedia a los pequeños testigos directos, a los que siguen las noticias por TV? ¿Y cómo prevenir el casi irremediable daño psicológico?
Puntos Clave
Estados Unidos lidera a nivel mundial un triste ranking: el de los tiroteos en escuelas y universidades. El que acaba de ocurrir en la primaria Sandy Hook, en Connecticut, engrosa esta trágica estadística. Y aunque inmediatamente se comienza a analizar la psiquis del que perpetró la masacre, los que quedan vivos deben lidiar con secuelas, a veces muy difíciles de superar.
Y en este caso los testigos han sido niños. Según la Asociación Americana de Psicología, hay que tratar de inmediato al niño que tuvo que vivir semejante situación extrema, para prevenir que los síntomas típicos —insomnio, pesadillas, orinarse de noche, episodios agresivos, etc.— se transformen en males psicológicos mayores y hasta crónicos.
La Asociación Americana de Pediatría da un simple y llano consejo: hay que contarles a los niños la verdad, de manera simple, sin detalles que los alarmen de más. Ellos deben saber que en el mundo hay personas malas que cometen este tipo de actos. Pero inmediatamente se les debe decir que ellos están seguros, reafirmarles la seguridad es esencial.
Un estudio reciente realizado en Cleveland, evaluó el sueño de 46 niños de 8 a 16 años que estaban inscritos en un programa de servicios sociales para niños expuestos a la violencia. Se recolectaron datos durante siete días, y se llevó a cabo un seguimiento de los niños tres meses más tarde.
Aunque hace mucho se ha relacionado los problemas del sueño como el insomnio y las pesadillas con la exposición a la violencia, este estudio halló que aspectos específicos de la violencia tienen efectos distintos sobre el sueño de los niños.
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Por ejemplo, los niños que son víctimas de violencia tienden a dormir menos y peor que los que vieron un acto violento pero no fueron victimizados. Los niños testigos de un asesinato tienen un sueño más desigual a medida que pasa el tiempo tras el evento.
Las terribles consecuencias en su desarrollo, desempeño escolar y futuro como adultos, aún están siendo estudiadas.
"La violencia permea a nuestra sociedad, y este trabajo muestra que experimentar incluso un solo evento violento como víctima o como testigo podría influir sobre la conducta del sueño de distintas formas, lo que a su vez podría tener un impacto negativo sobre la salud y el funcionamiento de un niño", expresó James Spilbury, miembro de la Academia Americana de Medicina del Sueño y profesor de la Universidad Case Western Reserve en Cleveland.
Para los especialistas, el estrés post traumático infantil es aún un misterio por develar. Lo que se sabe a ciencia cierta es que los efectos negativos son irremediables y hay que tratarlos a tiempo.
De la vereda de los padres, la Asociación Americana de Psicología enfatiza que se debe explicar con la verdad, pero aclarando que se trata de un hecho aislado, que ya no los afectará. El amor y la comprensión del hogar —y el entramado de seguridad familiar— son esenciales para que el niño supere con éxito el terrible episodio traumático.
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