Quizá piensas que todas las compañías de seguros de vida son iguales, que todas funcionan de la misma forma y que todas se rigen por los mismos principios. Y, sin embargo, no es así. Es cierto que todas tienen un mismo objetivo: asegurar bienes o, en este caso, el bien supremo, que es la vida de las personas aseguradas, pero más allá de eso, su forma de funcionar difiere.
La categoría fundamental para dividir las compañías de seguros de vida es atendiendo a su naturaleza empresarial. Así, encontraremos compañías participadas por acciones o compañías de tipo mutua. Si quieres saber en qué se diferencian y cuáles son sus características, sigue leyendo este reportaje. Te contamos qué son y en qué son mejores unas u otras.
Tipos de compañías de seguros de vida: Qué vas a encontrar en este artículo
¿Qué es una aseguradora participada por acciones?
Para muchas personas, todas las compañías de seguros de vida son lo mismo: empresas que, a cambio de un dinero, ofrecen un seguro de vida a una persona. Sin embargo, estas firmas difieren mucho en función de cuál sea su modelo económico de base, su naturaleza empresarial . Y encontramos dos grandes formas de organización: compañías participadas por acciones y compañías de mutualidad o mutuas.
En realidad, la diferencia tiene que ver con la propiedad de la aseguradora y con quiénes son sus propietarios. En el primer tipo, las compañías de seguros participadas por acciones, lo que nos encontramos es una propiedad distribuida entre accionistas.
Estas empresas fraccionadas en acciones se denominan en inglés ‘stock companies’, compañías por acciones o cotizadas. Lo que hace una empresa de este tipo es emitir una serie de acciones o títulos que dan derecho a una participación en los beneficios y, en función de la cantidad de títulos que se posean, a un puesto en el consejo de administración con voz y voto.
Como seguramente sabrás, la inmensa mayoría de los propietarios de acciones son pequeños accionistas que no tienen representación en los órganos directivos, pero que sí reciben sus dividendos en el reparto de beneficios.
Este modelo de empresa es muy frecuente en todo el mundo y nació en el siglo XVI, cuando las grandes compañías de Indias de Holanda e Inglaterra inventaron esta forma de financiarse: lograban dinero de los accionistas a cambio de futuros beneficios si las expediciones comerciales que patrocinaban tenían éxito. Hoy podemos decir que las empresas participadas por acciones son la base del modelo económico capitalista.
Las acciones son títulos de propiedad que se pueden vender y se negocian en mercados públicos, como las bolsas o mercados de valores. El precio de esas acciones sube o baja en función del éxito económico (y la perspectiva de éxito) que tengan las compañías.
En el caso que nos ocupa, las aseguradoras, los accionistas recibirán dividendos si las compañías generan beneficios. Es decir, si el dinero que ingresan en forma de primas supera al que tienen que pagar en forma de indemnizaciones, además del que les cuesta mantener sus propias operaciones. Además, si la empresa requiere nueva financiación, se pueden generar más acciones y sacarlas al mercado.
Como la propiedad de una aseguradora que cotiza en bolsa está en manos de sus accionistas, su principal objetivo será generar beneficios para que los propietarios de los títulos reciban esos dividendos que esperan. Esto cambia un poco su enfoque, porque generalmente trabajan con la vista puesta en los resultados a corto plazo, con lo que optan por invertir en productos de mayor riesgo. Por último, los accionistas pueden utilizar su dinero para lo que quieran: no están obligados a reinvertir sus beneficios en la empresa.
¿Qué es una aseguradora de tipo mutua?
Por su parte, las aseguradoras de tipo mutualidad, o mutuas, tienen otro planteamiento. Los propietarios de la compañía –de la mutua- son los asegurados, también denominados mutualistas. Es frecuente que estos copropietarios tengan capacidad de interlocución con la dirección de la firma, incluso derecho a voto. También es frecuente que en las mutuas tomen parte grandes inversores institucionales que suelen tener mayor capacidad de decisión.
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Con el dinero que aportan los asegurados o mutualistas, se genera el negocio y se pagan las indemnizaciones necesarias. Si se producen beneficios, se reparten entre los mutualistas o se utilizan para que la compañía pueda ofrecerles sus servicios a costes más bajos. Es decir: el principal objetivo de la mutua es ofrecer un servicio de seguros, no ganar dinero. De hecho, en algunos casos, las mutuas se consideran organizaciones sin ánimo de lucro.
Con esta perspectiva, las mutuas piensan más en el largo plazo y sus inversiones –la forma en que generan fondos para las pólizas- son más menos arriesgadas. A cambio, tienen menos variedad de producto en los que invertir y menos formas de generar ingresos, porque no pueden recurrir a lanzar acciones al mercado. Esto hace que su flexibilidad financiera sea más limitada, con lo que muchos analistas consideran a las mutuas modelos de negocio menos seguros que las compañías cotizadas, que sí pueden acudir al mercado para financiarse.
En algunos casos, si su desarrollo no es correcto y tienen problemas para ser viables, las mutuas deciden transformase en sociedades cotizadas y lo hacen a través de un proceso que se denomina desmutualización.
Las mutuas tienen una larga historia. Nacen también en el siglo XVI, cuando en Inglaterra se ideó un modelo de seguro mutualizado para cubrir los riesgos de los incendios. El sistema se implantó rápidamente en Estados Unidos, cuando Benjamin Franklin, uno de los padres de la patria, creó el Philadelphia Contributionship for the Insurance of Houses From Loss by Fire, un seguro contra incendios también de tipo mutualidad. A partir de ahí, se han desarrollado mucho y hay diferentes modelos de mutuas, pero todas comparten los rasgos comunes que hemos visto.
Mutuas vs aseguradoras participadas por accionistas: características
A la hora de comprar un seguro de vida, no está de más plantearse qué tipo de aseguradora se va a elegir. Las preguntas que deberías hacerte son estas:
- La aseguradora que me interesa ¿es una mutua o está cotizada?
- <¿Crecen sus beneficios? ¿Tiene recursos de capital para ser competitiva?
- ¿Se mantienen sus ingresos por primas? ¿Están satisfechas las personas aseguradas?
Estas preguntas en buena medida tienen que ver con los dos modelos de empresa que estamos viendo, porque cada uno de ellos tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Por ejemplo, las mutuas destacan por estos rasgos.
- Más dinero en caja. Generalmente, por su modelo de negocio, suelen tener más dinero en los libros de cuentas y, además, es un dinero que no responde tanto a ingeniería contable, sino que es dinero tangible.
- Menos agilidad financiera. Con su escasa capacidad para conseguir financiación del mercado, las mutuas dependen del dinero que se genera con las primas y de las ganancias que produce la operativa. Eso les resta agilidad a la hora de actuar en el mercado, con lo que son más lentas, por ejemplo, al llevar a cabo una operación de compra de otra compañía.
- Derecho de voto. Los mutualistas son copropietarios y su opinión influye a la hora de tomar decisiones en la compañía.
- Centrada en el largo plazo. El modelo de negocio apunta a la viabilidad a largo plazo y no a las operaciones de corto plazo que generan ingresos rápidos.
Por su parte, las compañías aseguradoras que operan en los mercados bursátiles destacan por otras características:
- Músculo financiero. Al poder acudir al mercado para lograr financiación, son compañías más fuertes económicamente y eso las hace sólidas y confiables.
- Accionistas vs asegurados. En estas empresas hay una diferenciación muy clara entre la propiedad, los accionistas, y los clientes, los asegurados o propietarios de pólizas. Y los intereses de estas dos partes no siempre están alineados, lo que pude producir desequilibrios. Por ejemplo, puede ser que la empresa tenga que utilizar sus fondos para pagar los dividendos de sus accionistas, lo que resta dinero para respaldar los seguros de las personas aseguradas.
- Presión de los accionistas. Los accionistas son propietarios externos que buscan un beneficio a cambio de poner dinero para comprar acciones. Su presión es importante y obliga a las empresas a mantener su competitividad y tomar decisiones que busquen siempre generar beneficios. Esa presión es positiva para mantener la empresa activa y financieramente sólida.
Como puedes comprobar, son dos enfoques muy diferentes. Las mutuas se preocupan más por el servicio y los costes que asumen sus asegurados. Las compañías fraccionadas por acciones están más pendientes del beneficio y de los dividendos. Ambos enfoques son válidos para lo que busca el asegurado: disponer de una garantía que mantenga el nivel de vida de los suyos tras su muerte. Sin embargo, es importante conocer bien el “alma” de la aseguradora que se va a contratar, porque muchos aspectos importantes dependerán de esa naturaleza.
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