Históricamente, los sabios, chamanes o curanderos han resaltado el poder que la naturaleza es capaz de ejercer sobre nuestra salud. Los investigadores creen que esta idea proviene del contacto ancestral que los primeros pobladores tuvieron con la vida silvestre, que, con el tiempo fue decayendo.
En los últimos años, profesionales de la salud y científicos decidieron investigar el rol que la naturaleza cumple sobre la salud y cómo aprovecharla para obtener múltiples beneficios. La terapia forestal es la expresión más popular de este tipo de actividad, y aquí te contamos en que consiste.
Shinrin-yoku, "baño en el bosque" o terapia forestal, es una práctica japonesa que consiste en realizar visitas a bosques o espacios verdes con el objetivo de "sumergirse" en ellos mediante los cinco sentidos, y así obtener bienestar general o un beneficio específico. Esta actividad es popular en Japón y Extremo Oriente, y en los últimos años su incidencia creció en Occidente.
A diferencia del senderismo, excursionismo o las caminatas guiadas por la naturaleza, cuyo objetivo es identificar la flora o fauna, la terapia forestal se vale de guías capacitados para establecer un ritmo que invite al participante a experimentar los placeres de la naturaleza a través sus sentidos.
Shinrin-yoku surgió en Japón durante la década de 1980 en respuesta a una crisis de salud nacional. Los líderes japoneses advirtieron un aumento en las enfermedades relacionadas con el estrés, atribuido a que las personas dedicaban más tiempo a trabajar en tecnología y otros trabajos industriales. Para aliviar el "encierro" y sus consecuencias, se crearon senderos certificados para guiar a las personas en experiencias al aire libre.
Tras décadas de investigación, muchos especialistas aseguran que este tipo de prácticas podrían ser útiles para aliviar el contexto de pandemia por coronavirus que actualmente atravesamos, ya a que en los últimos meses aumentaron los casos de distanciamiento o aislamiento para controlar los contagios, y ese confinamiento refuerza cada vez más la necesidad de estar fuera.
Los expertos señalan que no es necesario pasar mucho tiempo en la naturaleza, ni tampoco es necesario hacerlo en bosques, para obtener sus beneficios. Incluso existe evidencia que muestra que estas prácticas no solo son útiles para reducir los niveles de estrés, sino también para mejorar la atención, estimular el sistema inmunológico, aliviar los dolores e incluso proteger la salud cardiovascular.
El poder de la naturaleza
Distintas investigaciones respaldan los beneficios de los espacios verdes. Por ejemplo, un estudio publicado en Scientific Reports, analizó a más 20 000 personas e informó que pasar al menos 120 minutos a la semana en la naturaleza se vinculó a una mejor salud y bienestar autoinformados. No importó si los 120 minutos representaban un viaje largo o varias visitas breves a la naturaleza, por lo que, incluso si estamos cumpliendo con el distanciamiento físico, podemos salir a disfrutar nuestros 20 minutos diarios.
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En 2018, Aruni Bhatnagar, director del Centro de Obesidad y Diabetes de la Universidad de Louisville, publicó un trabajo en Journal of the American Heart Association, advirtiendo que vivir en un vecindario con muchos árboles, arbustos y otros tipos de vegetación de color verde podría ser bueno para la salud del corazón y de los vasos sanguíneos.
Otro estudio, de la Escuela de Enfermería y Medicina de la Universidad Johns Hopkins, halló que los niños con asma que viven en ciudades tienden a experimentar menos síntomas si están cerca de un parque o espacios verdes.
"Estos resultados son importantes porque proporcionan un mayor apoyo para los beneficios de los parques de la ciudad y sugieren que las políticas de construcción adecuadas pueden mejorar la salud de los niños", destacó Kelli DePriest, autora de la investigación.
¿A qué se deben sus beneficios?
Tanto en estas como en otras investigaciones, los especialistas creen que los beneficios de la terapia forestal pueden deberse a que los árboles emiten aceites esenciales volátiles, llamados fitómidos, que tienen propiedades antimicrobianas y pueden influir en la inmunidad.
Eos aceites poseen 3-careno, un componente que ha sido asociado, particularmente en estudios con animales, a una reducción de la inflamación, protección contra infecciones, disminución de la ansiedad e incluso mejor calidad del sueño.
También se han notado disminuciones en los niveles de la hormona cortisol, responsable del estrés, entre los participantes que realizaban regularmente caminatas por el bosque, en comparación a aquellas que lo hacían en laboratorios, ambientes urbanos o que simplemente no las practicaban.
Incluso las personas confinadas en una cama pueden beneficiarse de observar la naturaleza, ya que, como muestra un antiguo estudio publicado en Science, se percibieron mejoras en la recuperación de personas hospitalizadas que tenían vista al exterior en comparación con aquellas que no la tenían.
¡No esperes más para disfrutar tu dosis diaria de espacios verdes! Si te interesa la terapia forestal, la Escuela de Medicina Harvard informa que la Asociación de Terapia de la Naturaleza y los Bosques capacita y certifica a guías de terapia forestal en todo el mundo. Estos ayudan a los participantes a compenetrarse con el bosque y profundizar su relación con la naturaleza, para lograr así una mejor salud y bienestar.
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