Un estudio nuevo sugiere que los niños que se desvelan por usar videojuegos, navegar en internet y enviar mensajes de texto por teléfono podrían tener problemas de aprendizaje, cambios en el estado de ánimo, ansiedad y depresión.
Puntos Clave
La investigación, conducida por el Sleep Disorders Center del JFK Medical Center en Edison, Nueva Jersey, descubrió que los niños que luego de aparentemente acostarse invierten tiempo a hurtadillas usando sus teléfonos celulares, computadoras y otros dispositivos electrónicos tenían mayores probabilidades de presentar trastornos del sueño que, a su vez, originan otras dificultades.
"Estas actividades no inducen el sueño, como lo hacen leer una novela o escuchar música. Más bien, estimulan el cerebro y deprimen los ciclos normales del sueño", asegura el Dr. Peter G. Polos, autor del estudio.
Su equipo tenía previsto presentar los hallazgos el lunes, en la reunión anual del American College of Chest Physicians, en Vancouver.
El estudio se basó en una encuesta realizada entre 40 niños y niñas con una edad promedio de 14 años. Los investigadores se centraron en las actividades que desarrollaban luego de retirarse a sus habitaciones en la noche para supuestamente acostarse.
3,400 mensajes de texto al mes a la hora de dormir entre 10 min y 4 horas
Los participantes informaron de un promedio de 34 mensajes de texto por noche a la hora de acostarse y un promedio de 3,400 mensajes de texto al mes en horas de la noche. Este intercambio de mensajes tenía lugar entre 10 minutos y cuatro horas luego de acostarse. El participante promedio se despertaba una vez por noche a causa de un mensaje.
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Las niñas:
Disfrutaban más los mensajes de texto
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Los niños
Eran más propensos a desvelarse con videojuegos
Todos los participantes habían acudido al centro en busca de ayuda por trastornos del sueño.
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La investigación descubrió correlaciones entre el uso de medios electrónicos a altas horas de la noche y el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, los cambios en el estado de ánimo, la ansiedad, la depresión y las limitaciones en el funcionamiento cognitivo (habilidades del pensamiento) en el transcurso del día.
Polos llamó a los Estados Unidos una "cultura privada del sueño" y advirtió que los adolescentes no duermen lo suficiente por "practicar deportes, hacer tareas y levantarse temprano para ir a clases". Afirmó que el uso de medios a altas horas de la noche "realmente está perjudicando".
Según Polos, alrededor de la mitad de los padres de los participantes del estudio desconocía que sus hijos estaban despiertos. El resto estaba al tanto, pero tenía una actitud fatalista.
"Ellos [los padres] pensaban, 'Así es la vida, ¿qué le vamos a hacer?'", aseguró Polos. Sin embargo, los padres deben supervisar el uso de medios electrónicos, afirmó, pues "a fin de cuentas, los padres siguen siendo los padres y los hijos siempre dependen de ellos".
Polos afirmó que los médicos deben empezar a preguntarles de forma rutinaria a los niños y a los adolescentes acerca del uso de medios en horas de la noche, así como también hablar con los niños y con los padres sobre las consecuencias negativas de dormir poco.
El experto Richard Gallagher aseguró que otra de las razones por las cuales los padres deben supervisar el uso de medios es conocer qué ocurre en las vidas de sus hijos.
¿Qué pueden hacer los padres?
- "Los padres deben tener la perspectiva de cómo fueron sus propias vidas mientras crecían", comentó Gallagher, director del Parenting Institute del Child Study Center del NYU Langone Medical Center, en la ciudad de Nueva York. Advirtió que los padres solían saber con quiénes hablaban sus hijos por teléfono o a quiénes frecuentaban porque todo transcurría en el mundo real, cuando las familias normalmente tenían sólo uno o dos teléfonos.
- "Los padres sabían si alguien llegaba a visitar a su hija o a su hijo", aseguró Gallagher, profesor asociado de psiquiatría de adolescentes en New York University. Agregó que "los niños deben tener cierta privacidad, pero los padres deben procurar que sea más comparable con la suya cuando tenían la misma edad".
- Los padres deben establecer normas, por ejemplo: evitar que haya computadoras en las habitaciones de sus hijos, impedir las llamadas telefónicas durante las comidas y restringir el uso del teléfono.
- "Luego, hacer que los niños reconsideren el uso de los teléfonos", aseguró Gallagher.
- También deben estar conscientes de que los mensajes intercambiados "no son necesariamente amistosos ni tratan de asuntos sobre los que les gustaría que sus hijos pensaran constantemente", aseguró.
Gallagher también advirtió que el efecto de los medios puede ser positivo para algunos niños que, como resultado de su utilización, tienen "más contacto con otros niños del que normalmente habrían tenido".
Debido a que muchos niños envían mensajes de texto a lo largo del día, "no hay disociación de algún tipo de drama" ni problemas entre pares que pudieran estar afectando a sus hijos, aseguró Gallagher.
Ambos expertos afirmaron que se desconocen los efectos de largo plazo producto del uso constante de la tecnología por parte de los niños y que se necesitan más estudios al respecto. Asimismo, ambos enfatizaron la necesidad de que los padres hablen con sus hijos y de que lo hagan pronto.
Polos citó el ejemplo de un padre que recurrió a desconectar el enrutador (router) durante la noche y afirmó que es importante actuar cuanto antes para evitar problemas mayores.
"Para entonces, las cosas ya se salieron de control", aseguró Polos, en alusión a la intervención tardía por parte de los padres.
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Más información
Para obtener más información acerca de los mensajes de texto entre los adolescentes, visite el Pew Research Center.
FUENTES: Richard Gallagher, Ph.D., profesor asociado de psiquiatría infantil y de adolescentes en la Facultad de medicina de New York University, y director del Parenting Institute del Child Study Center del NYU Langone Medical Center, en la ciudad de Nueva York. Peter G. Polos, M.D., Ph.D., medico tratante e instructor clínico del Sleep Disorders Center del JFK Medical Center en Edison, Nueva Jersey. Presentación realizada el 1 de noviembre de 2010 durante la reunión anual del American College of Chest Physicians, en Vancouver.
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