“Sólo cuando todos los sueños de mi infancia parecían haberse hecho realidad, casi perdí mi mente y luego mi vida. Nunca he contado esta historia públicamente, pero ahora es el momento” comienza el relato de Emilia Clarke, la actriz inglesa, en The New Yorker, que continúa con todos los detalles de los terribles episodios que tuvo que enfrentar.
Fue en febrero de 2011. Acababa de terminar de filmar la primera temporada de "Game of Thrones" la serie de la cadena HBO. Esa mañana, en el vestuario del gimnasio, comencé a sentir un fuerte dolor de cabeza. Sentía como si una banda elástica me apretara el cerebro. Intenté ignorar el dolor y empujarlo, pero no pude. Casi arrastrándome, llegué al baño y me puse violenta y voluminosamente enferma. Mientras tanto, el dolor -dirigido, punzante, constrictivo-empeoraba. En cierto modo, sabía lo que estaba sucediendo: mi cerebro estaba dañado.
Luego recuerdo el sonido de una sirena, una ambulancia. Finalmente, me enviaron para una resonancia magnética y el diagnóstico fue rápido y siniestro: una hemorragia subaracnoidea (SAH, por sus siglas en inglés). Tuve un aneurisma, una ruptura arterial.
"No recordaba ni mi nombre"
Firmé la autorización para una cirugía cerebral y durante las próximas tres horas, los cirujanos se ocuparon de reparar mi cerebro. Esta no sería mi última cirugía, y no sería la peor. Tenía 24 años.
A los pocos días, una enfermera me despertó y preguntó: "¿Cómo te llamas?" Mi nombre completo es Emilia Isobel Euphemia Rose Clarke. Pero ahora no podía recordarlo. En su lugar, palabras sin sentido salieron de mi boca y entré en un pánico ciego. Nunca había experimentado un miedo como ese, una sensación de fatalidad acercándose. Podía ver mi vida por delante, y no valía la pena vivirla. Yo soy actriz, necesito recordar mis líneas. Ahora no podía recordar ni mi nombre.
Estaba sufriendo una afección llamada afasia, una consecuencia del trauma que había sufrido mi cerebro. Aproximadamente en una semana, la afasia pasó. Un mes después de ser admitida, salí del hospital, estaba programada para volver al set.
Pero mientras estaba en el hospital, me dijeron que tenía un aneurisma más pequeño en el otro lado de mi cerebro y que podía "explotar" en cualquier momento.
En 2013, después de terminar la temporada 3, tomé un trabajo en Broadway, interpretando a Holly Golightly.
Mientras todavía estaba en Nueva York para la obra, me hicieron una exploración cerebral y hallaron que el aneurisma del otro lado de mi cerebro se había duplicado en tamaño. Me prometieron una operación relativamente simple, más fácil que la última vez, pero no lo fue.
La recuperación fue aún más dolorosa de lo que había sido en la primera cirugía. Pasé un mes en el hospital otra vez y, en ciertos momentos, perdí toda esperanza.
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Pero ahora, después de guardar silencio durante todos estos años, les estoy diciendo la verdad. Por favor, créanme: sé que no soy la única, no estoy sola. Innumerables personas han sufrido mucho peor, y sin la atención que tuve tanta suerte de recibir.
En los años transcurridos desde mi segunda cirugía, me he curado más allá de mis esperanzas. Ahora estoy al cien por cien. He decidido lanzarme a apoyar a una organización benéfica junto a socios del Reino Unido y EE. UU. llamada SameYou para brindar tratamiento a las personas que se recuperan de lesiones cerebrales.
Hay algo gratificante y más allá de la suerte, de llegar al final de “Game of Throne”. "Estoy muy feliz de estar aquí para ver el final de esta historia y el comienzo de lo que venga después", finaliza el relato de Emilia.
| Foto: Emilia Clarke interpreta a Daenerys Targaryen en la serie Game of Thrones. (Instagram)
¿Qué es un aneurisma cerebral?
Un aneurisma cerebral (también conocido como aneurisma intracraneal o intracerebral) es un punto débil o fino en un vaso sanguíneo cerebral que sobresale como un balón y se llena de sangre. Puede estallar y sangrar dentro del cerebro, causando complicaciones serias como accidente cerebrovascular hemorrágico, daño nervioso permanente, o ambos.
La mayoría de las causas son congénitas, es decir, se deben a una anormalidad innata de una pared arterial y son más comunes en las personas con ciertas enfermedades genéticas, como trastornos del tejido conjuntivo y enfermedad del riñón poliquístico, y ciertos trastornos circulatorios, como malformaciones arteriovenosas. Otras causas pueden ser trauma o lesión craneana, alta presión arterial, infección, tumores, aterosclerosis y otras enfermedades del sistema vascular, fumar cigarrillos y abusar de las drogas, informa el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NIH).
¿Quién está en riesgo? Los aneurismas cerebrales pueden producirse en cualquier persona y a cualquier edad, pero son más comunes en adultos que en niños y levemente más comunes en las mujeres que los hombres.
Para tratarlos, se dispone de dos opciones quirúrgicas y ambas conllevan algún riesgo para el paciente, como daño posible a otros vasos sanguíneos, el potencial de recurrencia del aneurisma y nuevo sangrado, y riesgo de un accidente cerebrovascular postoperatorio.
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