La vida le dio la oportunidad a Cecile Eledge, una mujer de Omaha, Nebraska, de 61 años, de volver a experimentar las sensaciones de un embarazo, décadas después de dar a luz tres veces. Pero ésta vez la razón fue controversial.
Cuando su hijo Matthew, de 32 años, y su pareja Elliot Dougherty, de 29, le dijeron que querían ser padres, Cecile no dudó y, según cuenta en una entrevista para Buzzfeed, les dijo: "Si quieren que sea la madre sustituta, no lo dudaría ni un segundo".
Matthew y Elliot habían estado reuniéndose con médicos expertos en fertilidad, para informarse sobre las distintas opciones que tiene una pareja gay para formar una familia. Confiesan que nunca se les pasó por la cabeza la posibilidad de que Cecile portara el embrión: pensaron simplemente que una mujer de 61 años ya no estaba biológicamente "equipada" para semejante tarea.
Estaban equivocados.
En una cita con la doctora Carolyn Maud Doherty, le mencionaron en chiste el comentario de Cecile, y la experta en fertilidad lo tomó muy en serio.
Al parecer, Cecile es famosa dentro del clan familiar por ser la que siempre ha comido bien, ha hecho ejercicio y es casi militante de una vida sana. Y toda esa "militancia" cobró sentido porque la futura abuela se transformó temporalmente en la "mamá" de su nieta.
Sus hábitos saludables fueron su recompensa, ya que luego de exhaustivas pruebas médicas, su cuerpo demostró estar apto para portar el embrión y llevar adelante el embarazo.
Que una abuela de a luz a su propia nieta suena a película de ciencia ficción. Pero, claramente, la realidad ha demostrado que es algo posible. Sin embargo, los médicos advierten que no todas las mujeres de 60 pueden lograrlo.
Cecile no es la primera, ni la de más edad, que lleva adelante el embarazo de sus propios nietos. En 1987, en Sudáfrica, Pat Anthony, entonces de 48 años, dio a luz trillizos que eran sus nietos, hijos biológicos de su propia hija. Treinta años atrás, y aún hoy, el debate sobre los límites biológicos y éticos de la fertilización asistida siguen candentes y se reavivan cuando una historia como la de esta familia de Nebraska llega a los titulares de los medios de comunicación.
La mujer que hasta ahora porta el honor de ser la madre sustituta de más edad es la griega Anastasia Ontou, quien en 2016 dio a luz a su nieta.
Hay riesgos de salud, por empezar la formación de coágulos, obstrucción pulmonar e hipertensión, entre otros. Pero para estas abuelas, el amor es mucho más fuerte que cualquier desafío o barrera física.
Cómo es el procedimiento
A las madres sustitutas se les implantan embriones creados en laboratorio, por fertilización in vitro. En este caso, Cecile recibió el embrión creado con un óvulo de la hermana de Elliot y el esperma de Matthew.
Es un proceso que puede ser muy largo —en la mayoría de los casos hay que repetirlo varias veces porque no todos los embriones implantan inmediatamente— y muy costoso.
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Cecile recibió un tratamiento con estrógeno para volver a tener su menstruación, luego de 10 años de menopausia. "Fue raro, pero me decía a sí misma que era algo temporal", bromeó en su entrevista.
Mientras tanto, el esperma de Matthew fue congelado por seis meses para realizarle todo tipo de exámenes, desde VIH hasta enfermedades genéticas, y la hermana de Elliot se puso bajo tratamiento hormonal para generar el óvulo que se utilizó en la fertilización asistida.
Pero claramente para Cecile esto fue fácil: quedó embarazada con la primera transferencia de un solo embrión que se le implantó.
Lo supieron cinco días después del procedimiento, cuando Cecile se hizo el test de embarazo junto a su hijo.
Luego de dos años de preparación, y de un buen embarazo, a la abuela se le indujo el parto porque le subió un poco la presión, y dio a luz a su nieta el 25 de marzo. Uma Louise Dougherty-Eledge nació por cesárea en el Centro Médico de la Universidad de Nebraska, y pesó 5 libras y 13 onzas.
Las dos están en muy buen estado de salud.
Probetas con historia
Cuando el 25 de julio de 1978 nació la británica Louise Brown, millones de mujeres que no lograban el embarazo de manera natural vieron una luz de esperanza. Brown fue la primera "bebé de probeta", creada en laboratorio con una nueva y revolucionaria técnica bautizada entonces como fertilización in vitro (FIV).
A diferencia de otros métodos utilizados antes de esa fecha histórica, como la inseminación artificial, por la cual se insemina una muestra de esperma en el útero, la FIV logró la gestación por primera vez fuera del cuerpo humano.
En esta técnica, se toman óvulos y espermatozoides y se los fertiliza en un tubo, en el laboratorio, explica la Sociedad Americana de Ginecología y Reproducción. Los embriones que se generen de esta alquimia se implantan en el útero.
Pero, aunque exitosa, la técnica nunca logró masificarse porque sus costos se volvieron siderales: aquí en el país, la fertilización in vitro puede superar los $20,000 dólares. Y no siempre el embrión implanta en el útero...
En los países en desarrollo, en donde vive el 80% de las cerca de 150 millones de mujeres que en todo el planeta no logran embarazarse, según la Organización Mundial de la Salud, la FIV sigue siendo un lujo de pocos.
Para Matthew y Elliot el nacimiento de Uma Louise ha sido un sueño cumplido, pero también una declaración de principios. Hace dos años, Nebraska prohibió que las parejas gay sean padres de niños en cuidado temporal, y el propio Matthew fue despedido de la escuela católica en donde trabajaba como maestro cuando informó a las autoridades que él y Elliot planeaban tener un bebé.
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