La Madre Teresa de Calcuta pronto entrará al universo de las personas santas, ese espacio del cielo reservado para los que en vida obraron milagros reconocidos por la Iglesia Católica. Pero durante su vida aquí en la tierra, la humilde hermana de la Caridad dedicó gran parte de sus días a darles albergue, amor y cuidados a víctimas de enfermedades estigmatizadas, como la lepra, el sida y la tuberculosis.
La Madre Teresa de Calcuta, quien murió en 1997 a los 87 años, fue un símbolo de la vida austera y caritativa. El trabajo que lideró con las Misioneras de la Caridad para ayudar a los pobres de la India le valió el amor de gran parte del mundo y, entre muchos honores, el Premio Nobel de la Paz, en 1979.
Pero los que la respetaron y veneraron en silencio, día a día, fueron cientos de personas víctimas de la lepra, una enfermedad maldita, que muchos creen erradicada pero que sigue discapacitando y renegando a miles cada año. Y los pacientes con VIH/Sida y tuberculosis, a los que albergó y cuidó en años en que eran rechazados por la sociedad.
En sus propias palabras, el trabajo de las Misioneras de la Caridad, grupo religioso fundado por la Madre Teresa en 1950 con el apoyo del Vaticano, era ayudar a "los hambrientos, los desnudos, los sin techo, los lisiados, los leprosos, las personas que no se sienten queridas, los que no tienen amor, a los que la sociedad no cuida, las personas que se han convertido en una carga para la sociedad y son rechazados por todos".
El primer hospicio para personas con la Enfermedad de Hansen, popularmente conocida como lepra, abrió sus puertas en 1952 con el nombre de Ciudad de la Paz, según cuenta la religiosa en su libro Madre Teresa: en mis propias palabras.
Para trabajar con personas pobres y enfermas, la religiosa —quien será beatificada en septiembre del 2016— recibió entrenamiento médico en el American Medical Missionary Sister en Patna, India.
A los hogares para víctimas de la lepra, le siguieron espacios especiales para víctimas de la tuberculosis, en donde enfermos se aislaban para recibir tratamiento y curarse.
Cuando se desencadenó la pandemia de VIH en los años 80, la congregación de la Madre Teresa fue una de las primeras en albergar a pacientes con sida.
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Hoy en día, las Misioneras de la Caridad congregan a más de 5,000 monjas, que gerencian 600 misiones en 120 países, manteniendo en alto el legado de salud de la Madre Teresa.
Aunque muchos la creen erradicada, unas 2 millones de personas en el mundo, la mayoría en África, Asia y Brasil, viven con discapacidades a causa de la lepra, un enfermedad bacteriana cuyo reservorio natural es el armadillo, explican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). En la India, hay 200,000 nuevos casos cada año. Se trasmitiría de persona a persona por vía aérea, y es tratable y curable.
A nivel mundial, unas 37 millones de personas viven con VIH/Sida, indica la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el país, 1,2 millones de personas viven con el virus, y una de cada 8 de ellas no sabe que está infectada.
Con respecto a la tuberculosis, hoy en día se la considera una enfermedad emergente, es decir que está resurgiendo. Los CDC revelan que cerca de 10 millones de personas contrajeron tuberculosis en el 2014. La resistencia a los antibióticos la está volviendo una enfermedad difícil de tratar.
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