Dicen que la fe mueve montañas, pero… ¿será que también puede mover las libras de más? Una corriente denominada “iniciativas basadas en la fe” asegura que sólo creer en Dios es suficiente para perder peso. Ante estas ofertas inusuales, infórmate bien, no sea cosa que quieran lucrar con tus creencias.
Uno de los programas líderes en este campo es el de Gwen Shamblin, una médica y nutricionista de Tennessee, quien fundó The Weigh Down Workshop en 1986, luego de trabajar en la universidad y en el Departamento de Salud del estado.
La idea que rige el programa es que la comida es una tentación y como tal hay que combatirla. Por eso, la fe que tú pongas en controlar tu boca a la hora de comer será la que te permita alcanzar una mejor figura "sin dejar de lado ninguna comida". “Las dietas típicas no funcionan porque se basan en reglas impuestas por el hombre y no por Dios”, resume Shamblin.
Y agrega: “las dietas siempre enfocan en la comida, la cantidad de grasas, lo que se puede o no se puede ingerir. Nosotros abordamos la fortaleza del individuo para que aprenda a comer sólo para saciar el hambre. Es decir, que consuma lo básico y necesario para su organismo como hacían los peregrinos y los que participaron del éxodo de Egipto”.
A través de talleres, esta dietóloga dice buscar que la persona se aproxime a la comida con control y confianza. Lo que le permitirá comer de todo, pero en cantidades moderadas.
Sin embargo, los detractores de esta tendencia contraatacan diciendo que no se puede basar la buena salud en una lectura “nutricional” de la Biblia. “Más allá de cuestiones de fe, incorporar la palabra de Dios en el arduo camino que viven muchos por alcanzar un peso saludable es agregar más angustia al proceso… imagínense, si uno fracasa en el intento, está fracasando con uno mismo y también ante Dios. El resultado es más frustrante aún”, reflexiona el experto en dietas Larry Brown.
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Si bien esta corriente existe desde hace más de veinte años, alcanzó presencia pública hace poco con la historia de Maggie y Andy Sorrells. Esta pareja —de Tennessee, como la creadora del programa— llegó a sumar, entre ambos, casi 1.000 libras. Ellos aseguran que perdieron la mitad de peso con este programa “divino”. Y narrando su historia en distintos medios de comunicación colocaron en la mira al programa, que si bien no tiene el poder de un Weight Watchers tiene un enorme potencial para captar a personas que harían cualquier cosa por bajar de peso y que son miembros de comunidades de fe.
Y hacia allí apunta Shamblin, quien ha logrado aliarse con distintas iglesias para que promocionen el programa en sus agendas con los feligreses.
Frente a esta oferta inusitada, la mejor herramienta que tienes para decidir es la buena información y estar alerta. Porque, como dice Brown, el uso de la religión puede ser un arma que utilicen para convencerte de hacer algo que no tiene que ver exactamente con la fe que profesas, sino con la voluntad y el deseo de estar saludable y de sentirte bien. La fe puede ayudar, pero no es en sí misma la solución, enfatiza el especialista.
Estos programas apuntan a mujeres de edad media, y especialmente a aquellas que llegan decepcionadas porque vienen fracasando de forma sistemática en su intento por superar la obesidad.
Hasta ahora, la iniciativa ha logrado captar mças adeptos en los estados de Tennessee, Arkansas y Mississippi, las tierras de la leche y las frituras de miel en donde, dicen algunos, se necesita mucho mças que fe para perder peso.
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