¿Cuántas veces contemplamos con cierta desconfianza esas publicidades del “antes y el después” con imágenes de hombres y mujeres radiantes que aseguran ante la cámara haber bajado una gran cantidad de libras con determinado producto y luego muestran cómo se veían anteriormente, con una imagen que nada se parece a la misma persona?
Promesas difíciles de cumplir
El recurso del “antes y después”, utilizado por la publicidad, no es nuevo. Desde hace décadas, una infinidad de marcas apelan a este modelo para comunicar sus beneficios; en especial, los productos de venta telefónica.
Cremas para modelar el cuerpo, pastillas para adelgazar, aparatos para hacer gimnasia y fajas para afinar la cintura desfilan a diario por la pantalla del televisor anunciando las bondades de sus productos, por medio de imágenes comparativas de cómo luce en la actualidad una persona que utiliza esa marca y cómo lucía en el pasado, antes de comprarla.
Sin embargo, según la investigación “Desórdenes de la alimentación y el peso: estudios de anorexia, bulimia y obesidad”, realizado por la Universidad de Pensilvania, este tipo de publicidad puede reforzar los sentimientos negativos en relación a la obesidad y prolongar los estereotipos dañinos.
“Mientras ponen de manifiesto la pérdida drástica de peso, las imágenes de antes y después ignoran la realidad de hacer dieta y alientan la idea de que perder peso es fácil”, explicó Andrew B. Geier, PhD del Departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania, cuando presentó las conclusiones de la investigación.
Para el estudio, reunieron a un grupo de 59 personas: a algunos de los participantes les mostraron una publicidad de “antes y después” sobre una mujer obesa que perdió peso; mientras que a otra parte del grupo les exhibieron solamente una parte del anuncio (a algunos del “antes” y a otros del “después”).
Entre las reacciones que observaron los investigadores, encontraron que muchos de los participantes expresaron un fuerte sentimiento “antiobesidad”. También, comprobaron cierto menosprecio hacia la persona “delgada”, al enterarse que “antes” había sido obesa.
“Los espectadores generalmente ven los cambios positivos como algo bueno. Cuando la gente encuentra un sapo que se convierte en príncipe, tienden a pensar más en el sapo que en el príncipe”, explicó Geier. Y agregó: “Nosotros estudiamos los estigmas para entender sus orígenes, con el propósito de erradicarlos. La obesidad es un problema de salud serio y muchas personas están de acuerdo con que no está bien tener prejuicios contra los que sufren de obesidad. Una cosa que debería ser obvia es que avergonzar a alguien no es lo mismo que ayudarla”.
Ahora que conoces esta investigación, tienes todo el derecho de hacer zapping la próxima vez que estés viendo televisión y aparezca una publicidad de este tipo. El control siempre está en tus manos. No sólo de lo que ves, sino también de lo que compras.
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Fuente: www.upenn.edu
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