En un hallazgo que se considera trascendental para la ciencia, unos investigadores han identificado una característica antes desconocida de la anatomía humana que tiene importantes implicaciones para la función de todos los órganos, los tejidos y los mecanismos de la mayoría de las principales enfermedades.
Ellos descubrieron un órgano, el intersticio, que se ve debajo de la capa superior de la piel, pero que también está en capas de tejido que recubren el intestino, los pulmones y el sistema urinario, así como los vasos sanguíneos y la fascia (una estructura de tejido conectivo muy resistente que se extiende por todo el cuerpo) que rodea a los músculos.
El órgano es una red en todo el cuerpo de compartimentos interconectados llenos de líquido, soportados por una red de proteínas fuertes (colágeno) y flexibles (elastina) que pueden actuar como amortiguadores que evitan que los tejidos se desgarren a medida que los órganos, músculos y vasos se comprimen, bombean y laten como parte de sus funciones del día a día.
Publicado el 27 de marzo en Scientific Reports, el nuevo estudio codirigido por un patólogo de la New York University School of Medicine (NYU) y otros científicos, reveló que las capas del cuerpo que se consideraban densas -los tejidos conectivos debajo de la superficie de la piel que recubren los sistemas del cuerpo, las arterias, las venas y fascia circundantes entre los músculos- en realidad están interconectadas a través de compartimentos llenos de líquido.
Es importante destacar que el hallazgo de que esta capa es una carretera de fluido en movimiento puede explicar por qué el cáncer se disemina tan rápido. Drenando en el sistema linfático, la red recién descubierta es la fuente de linfa, el fluido vital para el funcionamiento de las células inmunes que generan inflamación. Además, las células que residen en el espacio y los trazos de colágeno que las recubren, cambian con la edad y pueden contribuir a las arrugas de la piel, a la rigidez de las extremidades y a la progresión de las enfermedades fibróticas, escleróticas e inflamatorias.
Un camino científico que llevó al hallazgo
La ciencia sabe desde hace mucho tiempo que más de la mitad del fluido en el cuerpo reside dentro de las células, y aproximadamente una séptima parte dentro del corazón, los vasos sanguíneos, los ganglios linfáticos y los vasos linfáticos. El fluido restante es "intersticial", y el estudio actual es el primero en definir el intersticio como un órgano en sí mismo, y como uno de los más grandes del cuerpo, afirman los autores.
Los investigadores dicen que nadie vio estos espacios antes debido a que los tejidos fijos se observaban en portaobjetos de microscopio. En cambio, los hallazgos de este estudio se basan en una tecnología más nueva llamada endomicroscopía confocal láser que ofrece una vista microscópica de los tejidos vivos en lugar de los fijos.
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Uno de los coautores, el Dr. Neil Theise, profesor en el Departamento de Patología en NYU Langone Medical Center dijo que "este hallazgo tiene potencial para impulsar avances dramáticos en la medicina, incluida la posibilidad de que el muestreo directo del líquido intersticial se convierta en una poderosa herramienta de diagnóstico".
Cómo es el nuevo espacio corporal
Las células que recubren el espacio intersticial son inusuales, tal vez responsables de crear y mantener los bloques de colágeno con un soporte alrededor, dicen los autores. Las células también pueden ser células madre mesenquimales, dijo el Dr. Theise, que se sabe son capaces de contribuir a la formación de tejido cicatricial que se observa en las enfermedades inflamatorias.
Por último, es probable que los haces de proteínas que se ven en el espacio intersticial, generen corriente eléctrica a medida que se curvan con los movimientos de los órganos y músculos que los rodean, y pueden desempeñar un papel en técnicas como la acupuntura, explicaron los científicos.
Utilizando la misma tecnología mencionada más arriba, en el otoño de 2015, endoscopistas del Mount Sinai Beth Israel, y a la vez coautores del estudio, los Dres. David Carr-Lockey y Petros Benias, vieron algo extraño mientras exploraban las vías biliares de un paciente con cáncer. Era una serie de cavidades interconectadas en este nivel de tejido submucoso que no coincide con ninguna anatomía conocida. Enfrentados a un misterio, ellos llevaron las imágenes a la oficina del Dr. Theise, y comenzó este gran estudio.
Otros participantes son científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania, y del New York-Presbyterian Weill Cornell Medicine.
Este trabajo fue financiado en parte por una subvención de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
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