¿Disfrutas comenzar tus actividades diarias muy temprano o, por el contrario, sientes que tus sentidos se activan de noche? Gracias a los ritmos circadianos, muchas personas son propensas a tener predilección por el día o por la noche y eso puede tener consecuencias en su salud.
Los ritmos circadianos son procesos cíclicos diarios que afectan a una amplia gama de funciones moleculares y de comportamiento, como los niveles hormonales, la temperatura corporal central y los patrones de sueño-vigilia. Aunque no es una regla general, estos ritmos influyen en que las personas se dividan en mañaneras o "alondras" y nocturnas o “búhos”. Una nueva investigación ha explorado el porqué de estas diferencias y cómo pueden influir en la salud.
Usando datos de casi 700,000 individuos, especialistas de Reino Unido, Estados Unidos, Países Bajos, Alemania y Australia hicieron el estudio más grande de cronotipo enfocado en este tema. Así encontraron 351 factores genéticos que influyen en si las personas prefieren las mañanas o las noches y en el momento en que duermen y se despiertan. Los resultados fueron publicados en Nature.
Las “alondras” prefieren irse a la cama y despertarse más temprano, mientras que los "búhos" se inclinan a acostarse más tarde y levantarse más tarde; y entre ambos extremos están los individuos intermediarios. Los nuevos hallazgos indican que hay factores como la edad, el género y los niveles de luz ambiental que pueden explicar la variación en el cronotipo, pero también hay un importante componente genético que contribuye.
Qué dicen los nuevos hallazgos
Explican los autores del estudio que hay evidencia de que las alteraciones en el cronotipo están vinculadas al desarrollo de enfermedades, especialmente trastornos metabólicos y psiquiátricos. “Usando la aleatorización mendeliana, demostramos que ser una persona de la mañana está causalmente asociada con una mejor salud mental, pero no afecta el índice de masa corporal (IMC) ni el riesgo de diabetes tipo 2”, se lee en el documento publicado en Nature.
Los 351 factores genéticos identificados por los investigadores incluyeron algunos genes relacionados con el cerebro y el tejido de la retina. Por ejemplo, una variable en el tejido ocular puede ayudar a explicar cómo el cerebro usa la luz para "reiniciarse" diariamente y alinear el reloj corporal con el ciclo circadiano. "Podría ser que estos genes en el ojo ayuden a la gente a detectar la luz y ’reinicie’ su reloj corporal de manera más efectiva", dijo a CNN el autor principal de la investigación Michael Weedon, quien es profesor asociado en la Universidad de Exeter, en el Reino Unido.
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Entre los hallazgos está que quienes están genéticamente predispuestos a ser mañaneros se despiertan unos 25 minutos antes que los nocturnos y que aunque los genes influyen en el tiempo de sueño, no afectaron la calidad o la duración del mismo. También encontraron que las “alondras” pueden tener mejor salud mental que los búhos y que hay una asociación entre el levantarse temprano y el bienestar (tal vez por estar mejor alineados con los horarios de estudio y trabajo), así como una disminución de los riesgos de esquizofrenia y de depresión.
Pero los noctámbulos también tuvieron efectos positivos. El análisis genético no mostró una conexión fuerte entre dormir tarde y desarrollar diabetes u obesidad, como se ha teorizado en investigaciones anteriores.
Weedon y sus colegas continúan evaluando variantes y sus impactos en la salud. Esperan que, a largo plazo, esta “nueva biología” que han ayudado a descubrir pueda llevar a tratamientos para las enfermedades causadas por una interrupción de los relojes corporales.
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