El dolor lumbar es una epidemia mundial que está aumentando. Cerca de 620 millones de personas en todo el mundo sufrieron dolor lumbar en 2020 (cerca del 10% de la población mundial), y se espera que para 2050 esa cifra alcance los 843 millones.
Con una escasez de tratamientos eficaces comprobados, una dependencia continua de atención médica y un impacto desproporcionado en poblaciones desfavorecidas y culturalmente diversas, ¿qué se necesita para cambiar el rumbo del dolor lumbar? Muchos expertos creen que las alternativas no farmacológicas consistentes son la que podrían revertir esta curva ascendente.
Este dolor en la parte baja de la espalda, que experimentan el 80% de las personas en algún momento de sus vidas y cuya prevalencia es mayor entre las personas en edad laboral, también aumenta el ausentismo, disminuye la productividad y contribuye a la jubilación anticipada.
También existen efectos recíprocos en la salud mental: el dolor lumbar crónico se asocia con una mayor depresión, y la depresión está relacionada con una mayor discapacidad y una peor recuperación en personas con dolor lumbar.
Según la Federación Latinoamericana de Asociaciones para el Estudio del Dolor, 60 millones de personas en la región experimentan dolor crónico, en gran parte asociado a la salud lumbar.
En Brasil, por ejemplo, el dolor lumbar representó 100 días de ausencia laboral por persona por año entre 2012 y 2016, y las pérdidas de productividad representaron casi el 80% del costo anual del dolor lumbar en el país ($2,200 millones).
En 2017, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Iniciativa Rehabilitación 2030 para promover el acceso a estos servicios que son escasos y costosos en gran parte del mundo.
La pandemia de COVID-19 magnificó estos números y sus desafíos.
Las alternativas farmacológicas para el dolor lumbar, que tiende a volverse crónico, no son ciento por ciento efectivas y pueden tener efectos secundarios, incluso los de venta libre.
Algunos de ellos, de venta bajo receta, pueden generar adicción.
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Por eso, expertos recomiendan intentar tres acciones sin medicamentos que, si se practican a diario o con frecuencia, pueden mantener controlado el dolor.
Hacer terapias de frío y calor
Cuando aparece el dolor, sugieren intentar compresas frías, que puede aliviar el dolor adormeciendo el área y reduciendo la hinchazón. Dos días después, la compresión con calor calma y relaja los músculos doloridos y aumenta el flujo sanguíneo, lo que ayuda a mejorar. esta estrategia funciona durante una semana.
No reposar en la cama
Alguna vez fue la base del tratamiento para el dolor de espalda, pero ahora el reposo ha perdido popularidad. Los médicos ahora saben que es mejor seguir moviéndose para que los músculos no se pongan rígidos. Si se quiere reposar, no debería ser por más de un par de horas, y no más de uno o dos días.
Actividad física
El ejercicio ayuda a desarrollar músculos fuertes y flexibles que serán menos propensos a sufrir lesiones. Un buen programa suele incluir las tres formas principales de ejercicio: actividad aeróbica, entrenamiento de fuerza y ejercicios de flexibilidad.
Terapias complementarias, que tienen evidencia científica mixta, como la acupuntura, sesiones con un quiropráctico, masajes y yoga, también pueden ayudar con el dolor lumbar.
Esta historia se produjo utilizando contenido de estudios o informes originales, y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud, y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.
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