Un corazón rojo es símbolo de amor. Si lo usas roto, puede representar despecho o desengaño. Y en color azul habla claramente de tristeza. Por años ese órgano que hace circular la sangre en nuestro cuerpo ha sido asociado a sentimientos y, tal vez, hemos estado en lo cierto: las emociones juegan un papel importante en la salud cardíaca.
El cardiólogo Sandeep Jauhar se ha dedicado a analizar el tema y publicó sus hallazgos en un libro llamado Heart: A History (El corazón: una historia). El médico examina el vínculo entre nuestras emociones y la salud cardiaca partiendo desde la propia historia de la medicina cardiovascular hasta llegar a la conclusión de que los estudios cardiológicos necesitan enfocarse más en los factores emocionales.
“Creo que los avances tecnológicos continuarán”, dijo en una entrevista publicada en The New York Times. “Pero la gran frontera no explorada es dedicar más recursos a revisar la intersección del corazón emocional y el corazón biológico”. A su parecer, los factores emocionales, como vivir en la pobreza, el estrés laboral o las relaciones amorosas y familiares infelices, pueden tener influencia en el desarrollo de los padecimientos cardíacos.
Así como Jauhar, otros especialistas han estudiado el tema. Hace un siglo, el científico Karl Pearson notó que los cónyuges usualmente fallecían un año después del otro, mientras observaba lápidas en cementerios.
Otros estudios han demostrado que la gente que se siente aislada o padece estrés crónico debido al trabajo o sus relaciones es más propensa a tener paros cardíacos y apoplejías o que el estrés y la desesperanza pueden afectar de manera significativa la salud, sobre todo la del corazón. El año pasado una investigación dirigida por una especialista de la Universidad de Tilburg, en los Países Bajos, encontró, además, que las personas con una enfermedad cardíaca leve son más propensas a decir que tienen una peor salud, ansiedad y una actitud negativa.
La percepción de la salud física y mental general, además de la personalidad, puede tener un impacto en los resultados de salud, sugirió la autora principal de la investigación de Tilburg, Paula Mommersteeg. Debido a esto, sugiere que los médicos consideren aspectos como una actitud negativa como un factor de riesgo potencial de la enfermedad cardiaca.
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Un ejemplo que resume la complicada relación entre emociones y salud cardíaca es la miocardiopatía de takotsubo, conocida como el síndrome del corazón roto. En estos casos, la muerte de un ser querido o algún otro evento emocional debilita el órgano y causa síntomas similares a los de un infarto. Entonces el corazón toma una forma similar a la de una vasija japonesa llamada takotsubo (base ancha y cuello angosto).
Revisar las emociones es vital
Más allá de que no se tomen en cuenta las emociones al evaluar la salud del corazón, hay otro factor importante, en opinión de Jauhar. Varias investigaciones han mostrado que los médicos les dan un promedio de once segundos a sus pacientes para que expliquen por qué están en consulta antes de interrumpirlos.
Dice que doctor que, luego de hacer la investigación y escribir el libro, valora más que los pacientes puedan hablar sobre los temas que los aquejan para entender mejor sus vidas emocionales. También intenta impulsar nuevos hábitos para reducir su estrés, como el yoga y la meditación.
El especialista cree que no hay suficientes investigaciones sobre el impacto de la salud emocional y que es un error que los estudios sobre el corazón no la incluyen entre los factores de riesgo. Por esa razón insta a las autoridades de salud a tomar en cuenta el estrés emocional como un factor de riesgo en las cardiopatías, “aunque sea más sencillo enfocarse en el colesterol”.
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