Bajo el nombre de casiopeínas, un nuevo grupo de medicamentos busca atacar las células cancerígenas del organismo con poco riesgo de provocar efectos secundarios. Actualmente se encuentra en pruebas con humanos.
Hablar de cáncer es tratar con una enfermedad agresiva cuyo tratamiento, incluida la quimioterapia, puede atacar tanto células malignas como sanas, y con esto debilitar el organismo, haciéndolo vulnerable a futuros problemas médicos.
Conscientes de la situación, un grupo de científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en conjunto con el Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) trabajaron en un tipo de fármacos cuyo objetivo es aportar propiedades menos dañinas para la salud.
Se trata de las casiopeínas (desarrolladas hace más de una década por la Dra. Lena Ruiz Azuara de la Facultad de Química de la UNAM), que a través de varios estudios en el que se analizaron cultivos de células de cáncer cervical, mostraron tener efectos positivos en el tratamiento. Estos hallazgos fueron dados a conocer en la revista Frontiers in Physiology.
“Lo que hicimos fue revisar cómo estaba la expresión de los genes antes y después del medicamento. Vimos cuáles eran los procesos biológicos en los que el tratamiento afectaba su expresión y reconstruimos una red causal para ver qué hacen las moléculas dentro de la célula a nivel de genoma completo”, comentó a HolaDoctor el Dr. Enrique Hernández Lemus, subdirector de genómica poblacional del Inmegen.
De acuerdo con el investigador, uno de los beneficios que tiene el medicamento es que inhibe la migración de células malignas mientras al mismo tiempo se protege al hígado. En cuanto al daño hepático se reportaron daños menores a los causados por otros fármacos.
Además, favorece la apoptosis celular o la muerte programada del organismo que en los procesos cancerígenos favorece la destrucción de las células enfermas.
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En tanto, se encontró que también produce la inhibición del ciclo celular, la cual es regulada por el estrógeno dentro del organismo. De igual forma evita la proliferación de fibroblastos. “Su tasa de difusión es importante para la propagación tumoral”, agregó Hernández Lemus.
A diferencia de los medicamentos usados contra el cáncer que contienen metales pesados en su composición, las casiopeínas contienen un átomo de cobre en su estructura, lo que las vuelve reactivas al material genético y evita que las células entren en un proceso de muerte celular.
“La ventaja es que el organismo humano tiene una manera de metabolizar el cobre, entonces no se acumulan cantidades tóxicas del metal que generan estos efectos secundarios a largo plazo”, comentó el investigador.
Actualmente las casiopeínas se encuentran en la primera fase clínica de tres en la que se prueba y analiza la toxicidad en humanos. “Se está llevando un control riguroso de los cambios que tiene en los pacientes. Una vez que pasan esta fase se buscará la autorización de los organismos regulatorios para ser comercializadas”, finalizó.
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