La falta de efectividad de los tratamientos combinados para tratar algunas enfermedades, en los últimos años, revivió el interés científico por una técnica que nació a mediados de los años 30: la psicocirugía.
Todos alguna vez oimos hablar de las terapias de electroshock o electroconvulsivas. Sin embargo, sigue habiendo pacientes con enfermedades tan resistentes incluso a estos tratamientos, como los casos de esquizofrenia grave o un trastorno compulsivo obsesivo muy marcado.
La llamada psicocirugía o neurogirugía para tratar problemas mentales tiene una larga historia.
El término psicocirugía fue introducido por primera vez por Egaz Moniz en 1937 para referirse a los procedimientos ablativos del lóbulo frontal para disminuir síntomas psiquiátricos. Moniz ganó en 1940 el premio Nobel por inventar la lobotomía, y la operación llegó a la cima de su popularidad.
La idea de hacer agujeros en el cráneo para curar enfermedades fue paulatinamente dejada de lado porque los resultados no eran exactamente los esperados, al mismo tiempo que se introdujo la primera ola de medicamentos psiquiátricos que realmente resultaron efectivos, de psicofármacos eficaces, como la clorpromazina, aparecida en 1954 que se presentó como un tratamiento efectivo de la psicosis, a la vez que comenzaba el auge de la terapia cognitiva conductual.
La psicocirugía hoy
Sin embargo. actualmente es un procedimiento que se utiliza en varios lugares del mundo pero sólo en pacientes que muestran una gran agresividad, un trastorno obsesivo compulsivo e incluso en casos de depresión mayor.
Según datos del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos la psicocirugía de hoy, también llamada cirugía de los trastornos del comportamiento, es una subespecialidad de la neurocirugía que se ocupa de la correcta selección de pacientes, la definición de las indicaciones de cada procedimiento y la elección del mismo, así como del estudio de los blancos quirúrgicos adecuados para el tratamiento de diversas afecciones psiquiátricas.
En esta disciplina, que se basa principalmente en la intervención el sistema límbico para interrumpir el circuito anormal, involucra a neurocirujanos, psiquiatras y neurólogos.
La técnica cambió, ya no se utiliza la tradicional lobotomía sino que se realiza lo que se llama una cingulotomía, que consiste en una lesión del cerebro, concretamente en una zona determinada conocida como cíngulo, donde se introduce una aguja fina y se trabaja con alta dosis de radiación o de radiofrecuencia. Su objetivo es alterar el circuito cerebral en el que se procesan las emociones.
De la misma forma que funcionan los marcapasos cardíacos, la nueva versión de las psicocirugías, que por ahora es experimental, opera mediante un generador pulsos y dos electrodos que actúan sobre ciertas neuronas, depende los síntomas de cada paciente.
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Una alternativa reversible
Una nueva técnica de estimulación magnética cerebral profunda también se abrio camino para el tratamiento de pacientes con patologías muy resistentes. Estos tratamientos se centran en lograr una alteración de los circuitos cerebrales, ya sea estimulándolos o inhibiéndolos a través de la implantación de electrodos que pueden regularse por medio de un interruptor externo.
Al contrario de lo que sucede en la psicocirugía, en la cual se provoca una lesión, los tratamientos de estimulación son reversibles, así lo explicó en un reportaje a la BBC el Dr. Luis Ley, jefe de neurocirugía del Hospital Ramón y Cajal en Madrid.
"Durante un tiempo los esfuerzos médicos se concentraron en hacer lesiones más pequeñas y más precisas como la cingulotomia, pero la psicocirugía actual tiende a no hacer lesiones permanentes sino cirugías que pueden ser reversibles y que permitan modular el funcionamiento de los circuitos cerebrales, no sólo interrumpirlos", dijo.
El criterio de uso de la psicocirugía es exclusivamente para pacientes en los que han fracasado todas las terapias y los fármacos, como un último recurso.
"La psicocirugía ablativa, entendida como técnica quirúrgica irreversible está regulada por la OMS desde el año 2006...El paciente tiene que tener el visto bueno de dos psiquiatras independientes además del que originalmente recomendó la operación y luego un juez tiene que aceptarlo", explicó el experto.
Por su parte la neuroestimulación es una técnica relativamente reciente y existen pocos centros capacitados para llevarla a cabo.
"Probablemente, la estimulación cerebral profunda en psicocirugía va a ser uno de los campos médicos que más se van a desarrollar en los próximos 10 años", concluyó.
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