El campo de acción de los smartphones se encuentra en constante crecimiento. Recientemente, se conocieron estudios que pretenden utilizarlos para apoyar diagnósticos sobre salud mental, con el fin de que sean precisos.
Pueden ayudarnos a viajar, entrenar, realizar tareas del hogar o simplemente entretenernos. Sin dudas, los smartphones se volvieron una parte importante en nuestras vidas. Sin embargo, no se limitarían solamente a estos contextos, cada vez existe más evidencia que muestra cómo podrían instalarse también en el ambiente de la medicina.
En los últimos tiempos las investigaciones se han centrado en encontrar maneras de que estos dispositivos ayuden a los profesionales a realizar diagnósticos más "objetivos".
Recientemente, un grupo de especialistas analizó la posibilidad de utilizar biomarcadores conductuales (expresiones fáciles y verbales, tonos de voz o formas de hablar) detectables por los smartphones, que pudieran ofrecer pistas sobre potenciales problemas de salud mental.
En una publicación de The Wall Street Journal se rescataron algunos ejemplos de estos biomarcadores en personas deprimidas, como que no sonríen demasiado o lo hacen de forma discreta, no pronuncian las vocales claramente o hablan de manera entrecortada y con tono tenso.
Según los especialistas, las inteligencias artificiales tendrían un gran potencial a la hora de cuidar y evaluar la salud mental, en comparación a los diagnósticos actuales que pueden ser muy subjetivos y limitados a los informes que los pacientes ofrecen de sí mismos.
El Dr. Morency, investigador de la Universidad del Sur de California, publicó estudios que establecieron más de una docena de biomarcadores de comportamiento para afecciones que incluyen depresión, trastorno de estrés postraumático, esquizofrenia y suicidio.
Actualmente, colabora con expertos que buscan cómo utilizar la tecnología en el monitoreo de la salud mental "Construimos un diccionario de biomarcadores de comportamiento para diferentes trastornos de salud mental. La tecnología nos ofrece un resumen de ellos que podríamos usar como parte de un tratamiento", explicó Morency.
Una manera de reforzar los diagnósticos
A pesar de que los investigadores encuentran prometedor aplicar este método, resaltaron que no tienen la intención de reemplazar a los médicos y que, si un paciente llegará a mostrar algún biomarcador, no quiere decir que necesariamente padezca alguna condición. "Esto no significa que, si de repente tienes una voz entrecortada, eres suicida", añadió Morency.
Actualmente, investigadores de las universidades de Columbia y de Pittsburgh están realizando un ensayo clínico en el que monitorean adolescentes en riesgo de suicidio a través de sus teléfonos inteligentes. Para ello reunirán información que incluye: ubicación, selfies, grabaciones y palabras utilizadas en redes sociales y correos electrónicos.
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De esta manera, los expertos pretenden analizar las características faciales y el tono de voz, guiándose por los biomarcadores de comportamiento que establecieron el Dr. Morency y sus colegas.
Si durante las evaluaciones semanales por teléfono los participantes expresan pensamientos o comportamientos suicidas, los investigadores y el personal clínico será notificado y tomará medidas para ponerlos en contacto con un médico o servicios de emergencia.
"Parte del problema al que nos enfrentamos dentro del campo de la salud mental es que necesitamos mejorar la identificación de los factores que conducen a la escalada del riesgo de suicidio", señaló Randy Auerbach, profesor asociado de psiquiatría y miembro del ensayo.
Aunque el uso de inteligencias artificiales en el campo de la salud mental es bien visto por muchos especialistas, aún enfrenta un largo camino desde la investigación de laboratorio a su aplicación en la vida real.
Joshua Magee, profesor asistente de psicología en la Universidad de Miami, publicó un estudio en el que examinó las aplicaciones de salud mental, que no están reguladas.
Junto a su equipo, concluyeron que los consumidores deberían ser precavidos y utilizar tales aplicaciones, solo en conjunto con la ayuda de un profesional de la salud mental.
Otros de los desafíos en los que se encuentran trabajando los investigadores consisten en cómo garantizar privacidad y seguridad al incorporar sistemas de monitoreos y sortear las diferencias individuales y culturales que pueden influir a la hora de aplicar guías universales.
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