Mientras el planeta experimenta las temperaturas más altas en la historia, expertos recuerdan que el calor extremo no solo afecta al cuerpo sino también a la mente.
Algunos de los efectos de las temperaturas elevadas sobre la salud mental incluyen ansiedad, insomnio, irritabilidad, depresión y estrés.
El calor produce cambios en los niveles de cortisol, que regulan el estrés, lo que puede ser un disparador de estas afecciones.
Un estudio que analizó las visitas a las salas de emergencia en días de calor extremo por casi una década, comprobó que aumentaban las vinculadas a crisis de salud mental.
Otro estudio demostró que la productividad en el lugar de trabajo es más alta cuando la temperatura del aire es de aproximadamente 72 grados Fahrenheit (22 Celsius), y la productividad comienza a disminuir a medida que se acerca a los 80 Fahrenheit (26 Celsius). Toda la evidencia de estos estudios apunta a una capacidad reducida para pensar con claridad, rapidez y eficiencia cuando el cuerpo está sobrecalentado.
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Si bien puede parecer obvio, mantenerse bien hidratado puede ayudar a disminuir el impacto del calor en la salud mental. La deshidratación es común durante las temperaturas extremas y puede exacerbar las deficiencias cognitivas y los trastornos del estado de ánimo. Muchas personas subestiman la cantidad de líquido que necesitan reemplazar cuando sudan mucho o pasan tiempo al aire libre. Ciertos medicamentos también pueden contribuir o aumentar la deshidratación.
La exposición a temperaturas más altas da como resultado la incapacidad del cuerpo humano para termoregularse, lo que genera impactos en la salud tanto directos como indirectos, vinculados con la morbilidad y mortalidad cardiovascular, respiratoria, renal, cerebrovascular y relacionada con la diabetes.
Esta historia se produjo utilizando contenido de estudios o informes originales, y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud, y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.
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