Si bien la pandemia provocada por la COVID-19 es, en primer lugar, de carácter físico, contiene también el "germen de una importante crisis de salud mental que estallará si no se toman medidas".
Esto advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS) a comienzos de 2020. Actualmente, distintos relevamientos y encuestas resaltaron el grave impacto que este problema tuvo en los adultos mayores. Para conocer más sobre esta situación, HolaDoctor habló con Melisa Silvia Gambini, licenciada en psicología, especializada en terapias de rehabilitación cognitiva, quien trabaja con personas mayores.
La salud mental, según explica la OMS, es un estado de bienestar en el que la persona es capaz de:
- Hacer frente a los numerosos factores de estrés de la vida.
- Desplegar todo su potencial.
- Funcionar de forma productiva y fructífera.
- Contribuir a su comunidad.
Cuidar la salud mental es muy importante, debido a que influye en la forma en que interactuamos, aprendemos, trabajamos, sufrimos o somos felices.
Por los desafíos sin precedentes que se generaron en el último año, los expertos señalan que el cuidado de la salud mental será crítico en la respuesta de los países frente a la COVID-19 y en la recuperación de la pandemia.
La pandemia y la salud mental
Los problemas mentales pueden posicionarse en un continuo, que abarca desde una angustia moderada y limitada hasta graves trastornos. Según una publicación de The Lancet Commission on Global Mental Health and Sustainable Development, la pandemia de COVID-19 influyó en la posición de las personas en ese continuo.
Según los autores, incluso las personas que en el pasado respondieron bien ante los problemas de salud mental, son ahora menos capaces de enfrentarse a ellos debido a los múltiples factores estresantes generados por la pandemia.
Melisa Silvia Gambini comprobó personalmente este aspecto tras haber acompañado durante la pandemia a pacientes con distintas enfermedades prexistentes, como Alzheimer, Parkinson, esclerosis múltiple, o cuadros de demencia vascular, así como a personas sin enfermedades prexistentes.
"En las personas con mayor deterioro cognitivo se veían trastornos conductuales, problemas de sueño, irritabilidad, cambios de humor brusco, alucinaciones, y tendencias a asilarse, descuidarse, no comer, y no vestirse" dijo a HolaDoctor.
También se presentaban fallas en la memoria a corto plazo, problemas de atención, dificultad para procesar información o entender y abandono de sus tratamientos debido a la dificultad o imposibilidad de salir.
"En los cuadros con deterioro cognitivo se vio que las secuencias neurológicas habían avanzado. Entre quienes no tenían afección neurológica se notó más la sintomatología del tipo psiquiátrica. Depresión, temor a que le ocurra algo a algún familiar o sobreprotección del cuidado para con el otro", lo que hacía que en muchos casos las personas se descuidaran a sí mismas.
Otro aspecto que influyó en la salud mental de los pacientes durante la pandemia fue el "refugio" en los medios de comunicación. Según Gambini, esto generaba mucha tristeza, miedo e inseguridad. En cambio, "en la gente más joven o que tiene una mejor relación con las tecnologías y redes sociales el impacto fue menor".
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"Noto que los adultos mayores se han aislado muchísimo, tienen miedo de salir a la calle, de vincularse con sus propios hijos. Eso es terrible, porque incluso cuando el hijo quiere acercase o ayudar, ellos se aíslan aún más, se anulan, y su patrón de intereses se reduce. Esto, lógicamente, genera mayores repercusiones cognitivas".
Según la Encuesta Nacional sobre Envejecimiento Saludable de la Universidad de Michigan, publicada en enero de 2021 (casi un año tras el comienzo de la pandemia):
- Dos de cada tres adultos de 50 a 80 años (65%) calificaron su salud mental como excelente o muy buena, el 27% como buena y el 8% como regular o mala.
- Pocos adultos mayores (5%) dijeron que su salud mental en general era mejor en comparación con antes de la pandemia, y el 18% dijo que era peor.
- Informar sobre una peor salud mental desde que comenzó la pandemia fue más común entre las mujeres, las personas de 50 a 64 años, las que tenían educación superior y las que calificaban su salud física como regular o mala.
- Aproximadamente uno de cada cinco adultos mayores (19%) calificó su salud mental general como mejor en comparación con hace 20 años, el 62% la calificó igual y el 19% dijo que era peor.
Cómo cuidar la salud mental y capacidad cognitiva
Para prevenir o combatir problemas de salud mental derivados de la pandemia, es muy importante mantener una buena capacidad cognitiva. Gambini señala que se pueden hacer muchas cosas para limitar o retrasar el daño del paso del tiempo sobre la función del cerebro, como incorporar un estilo de vida saludable.
Esto incluye una alimentación sana, rica en frutas, vegetales, cereales y legumbres, patrones de sueño regulares, y actividad física frecuente. También es importante desarrollar la actividad intelectual.
Según Gambini, para esto último no se necesita lápiz y papel o recurrir a talleres de memoria como comúnmente puede creerse. Existen muchas actividades cotidianas que pueden ser beneficiosas y estimularnos cognitivamente:
- Jugar a las cartas, por ejemplo, con los nietos.
- Mirar series o películas y poder contar a otros de que se trata.
- Trabajar la reminiscencia, por ejemplo, con fotos.
- Repasar viejas recetas de cocina.
- Saborear comidas o bebidas nuevas.
"Tener pasatiempos lúdicos, actividades intelectuales, como estudiar algo nuevo, o plantearse nuevos desafíos, como un viaje. Todo lo que implique usar el cerebro para algo diferente a lo que es cotidianeidad puede ayudar", dijo Gambini.
Otro factor que no debe descuidarse es el de las emociones. Ocuparse de aquello que nos afecta emocionalmente contribuye a tener un cerebro y rendimiento cognitivo saludable. Para ello, Gambini aconseja "no dejar de salir, siempre tomando todas las medias de prevención e higiene, aunque sea una vuelta a la manzana. Tampoco perder contacto con el mundo exterior, la familia, amistades, o vecinos".
Para esto último, "los más jóvenes tiene que ayudar a los mayores, acercándolos a las nuevas tecnologías o para que no pierdan la conexión".
Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Clínica Mayo, Organización Mundial de la Salud.
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