Ni siquiera los tradicionales hábitos de higiene sanitaria, que se refinaron y maximizaron durante la pandemia de COVID-19, han logrado erradicar de los hospitales las presencias microscópicas que ponen en mayor riesgo a personas ya enfermas y también a profesionales de salud. Una investigación publicada en el American Journal of Infection Control comprobó que las superficies de atención médica albergan una gran carga biológica a pesar del cumplimiento de los protocolos de desinfección rutinarios.
La investigación halló microorganismos patógenos y no patógenos, algunos conocidos y otros no tanto, alertando que incluso gérmenes inofensivos pueden volverse más peligrosos e infecciosos en entornos hospitalarios. Los patógenos menos conocidos son la flora de la piel o las bacterias ambientales que, en el medio ambiente adecuado, pueden transformarse en agentes de enfermedad y causar afecciones graves como meningitis, abscesos cerebrales, endocarditis y bacteremia.
Entre las superficies que presentaron mayor contaminación estuvieron:
- Las barandas de las camas y camillas
- Las mesas de trabajo rodantes (aquellas en las que las enfermeras trasladan medicamentos, gasas, jeringas, y otros suministros médicos para tratar al paciente en su habitación)
- Los maniquíes que se usan para entrenamiento médico
En total, el estudio indicó que los investigadores aislaron 60 tipos de patógenos diferentes, 18 de los cuales eran bien conocidos, y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos clasificaron siete como importantes para monitorear, y tratar de eliminar o neutralizar, en el ámbito de la atención médica.
Se sabe que los patógenos, y en especial las bacterias, se vuelven resistentes en entornos de atención de salud. En un informe reciente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la resistencia bacteriana es la responsable directa de 1.27 millones de muertes anuales a nivel mundial, y la multirresistencia de las bacterias en hospitales juega un papel central en esta crisis de salud pública.
Ciertas bacterias grampositivas como el Staphylococcus aureus (incluidas las versiones resistentes a la meticilina) y bacterias gramnegativas como Acinetobacter baumannii pueden sobrevivir en superficies durante más tiempo, mientras que otras como la Haemophilus influenzae tienden a tener un tiempo de supervivencia más corto. En cualquier caso, el contacto con alguna de ellas es prácticamente inevitable.
Según los CDC, 1 de cada 31 pacientes desarrollará al menos una infección asociada a la atención médica (HAI), incluidas infecciones por organismos resistentes a los antibióticos, mientras recibe tratamiento por algo no relacionado. Pacientes hospitalizados que ocupan una cama en la que previamente estuvo una persona que adquirió una infección hospitalaria tienen un 25% más de posibilidades de desarrollar alguna de estas infecciones.
En muchos pacientes, especialmente en aquellos que se encuentran en unidades de cuidados intensivos o que tienen un sistema inmune vulnerable, el riesgo aumenta.
Las estrategias de desinfección y el seguimiento de protocolos, durante la estadía del paciente y luego del alta, son clave para mantener controladas a estas entidades biológicas invisibles. Sin embargo, nuevos trabajos van más allá y analizan el medio ambiente necesario de manera más global, desde la limpieza de superficies con detergentes desinfectantes apropiados hasta la utilización de materiales de construcción correctos. Algunas de las estrategias que proponen:
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• Desarrollar productos cuya meta sea la limpieza y la eliminación de la microbiota hospitalaria, dejando de lado productos químicos agresivos que se utilizan en la actualidad y que tienen el potencial de ayudar a un mundo de microbios oportunistas (listos para invadir las capas superficiales recién expuestas) y, en última instancia, poner a los pacientes en riesgo, además de dañar los dispositivos médicos.
• Pensar en la prevención de estas infecciones desde los mismos cimientos de la instalación médica. Por ejemplo, el uso de ciertas cerámicas al momento de construir las salas o los baños de las habitaciones tienen grietas que proporcionan un entorno para que se adhieran y se reproduzcan los microbios, además que son difíciles de limpiar. Se deben desarrollar materiales anti-microbios.
• Educar para que todos los inodoros se descarguen con la tapa cerrada para evitar la diseminación de microbios que se dispersan al descargarlo. Cada vez que se descarga, una columna invisible de gotas de agua en aerosol y patógenos provenientes de desechos humanos se eleva hasta 5 pies en el aire, y esas partículas pueden permanecer en suspensión por corto tiempo antes de “aterrizar” en superficies dentro de un radio de 5 pies del inodoro: paredes, puertas, perillas, incluso lavamanos y dispensadores de papeles para secarse las manos.
• Se deben conocer las especificaciones de cada dispositivo médico, para limpiarlo adecuadamente. No solo para eliminar gérmenes, sino para no dañarlo aunque sea de manera imperceptible, algo que puede en última instancia lastimar al paciente. Por ejemplo un endoscopio, que tiene en uno de sus extremos siete materiales de superficie y puntos de conexión diferentes. Existen pautas para el reprocesamiento de estos dispositivos, incluidas las de los CDC sobre desinfección de equipos de atención médica, y hay que seguirlas de manera protocolar para lograr una esterilización perfecta.
Expertos aseguran que debe haber una mayor conciencia sobre la necesidad de eliminar estos microbios, mucho antes de desinfectar una superficie. Esto significa un mayor esfuerzo de colaboración entre profesionales de salud, constructores, fabricantes de productos para desinfección hospitalaria y otros actores.
Para llegar a la limpieza de la superficie con menos gérmenes y de manera más eficiente, todos los que participan en la toma de decisiones y el equipamiento, la ejecución y desinfección de las instalaciones sanitarias deben estar bien informados sobre cómo los microbios invaden, se reproducen e interactúan con diversas superficies, materiales y dispositivos.
Esta historia se produjo utilizando contenido de estudios o informes originales, y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud, y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.
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