Hay varios dispositivos electrónicos que ayudan a optimizar las horas de sueño. Esto se contrapone con la tendencia que aconseja sacar estos aparatos del dormitorio porque afectan el buen dormir. ¿En qué quedamos?
No hay nada más cómodo que irse a la cama con una tableta y desde allí mirar un capítulo de la serie favorita o leer esa novela que nos tiene atrapados. Pero los investigadores advierten que esta práctica no es aconsejable ya que disminuye la producción de melatonina, una hormona que induce al sueño.
El abuso de la tecnología se conoce como "tecnoestrés", y se manifiesta con una serie de trastornos físicos y de ansiedad que impiden descansar bien. Pero cuando todo parece indicar que los dispositivos deben estar fuera del dormitorio, la realidad es bien distinta ya que algunos ayudan a optimizar las horas de descanso.
Hay aparatos capaces de indicar cuántas horas dormimos por noche y con qué intensidad, si hay o no ronquidos, qué tipo de sueño se tiene y si la respiración es regular o entrecortada, entre otros datos de interés.
Hasta ahora no se ha inventado un aparato capaz de solucionar la apnea de sueño o evitar el insomnio, pero sí algunos que tratan de explicar por qué nos sentimos cansados cada mañana tras las obligadas 8 horas de descanso. La prestación de estos aparatos varía según el precio, que oscila entre los $50 y los $200 dólares.
Los más económicos son las pulseras como la Jawbone Up y Fitbit, entre otras. Algunas indican la frecuencia cardíaca, funcionan como podómetro e indican las calorías que se gastan con el ejercicio. Y todas permiten saber cómo y cuánto descansamos. También cuentan con alarmas que nos recuerdan que llegó la hora de ir a la cama o tomar una siesta reparadora. Con el correr de los días esto ayuda sin duda a ordenar los horarios y dormir más y mejor.
Hay dispositivos similares en forma de bandas que se ponen alrededor del pecho o como vincha, que tienen incorporado un monitor. El mismo cumple la misma función que las pulseras, analizando la forma en que dormimos. Pero para quien cree que hay que estar elegante a la hora de dormir, sin pulseras o bandas extrañas, hay otras opciones como Beddit, ResMed S y Withings Aura (imagen abajo). Consisten en sensores que se colocan junto a la cama, una banda que se adhiere al colchón y una app.
Estos dispositivos analizan la calidad del sueño yu los resultados se comprueban en una aplicación especial. También emiten sonidos que se sincronizan con la respiración. Los mismos se van hacienda cada vez más lentos, lo cual ayuda a conciliar el sueño más rápidamente. Y a la hora de despertarse, se van acelerando hasta lograr despertarnos sin sobresaltos.
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¿Qué se puede medir durante el sueño?
Estos modernos aparatos permiten analizar toda una noche de sueño y determinar la tasa cardíaca y el nivel de estrés. También cuántas horas se duermen por noche, cuántas hubo de vigilia y de sueño real y también las que se estuvo somnoliento pero sin descansar. También miden el nivel de oxígeno y los movimientos realizados con el cuerpo durante la noche al adoptar distintas posiciones para dormir.
Los devices también tienen micrófonos incorporados capaces de detectar si hubo o no ronquidos, y para evitar acusaciones indebidas ¡hasta pueden identificar cuál de los “durmientes” fue el responsable de los ruidos!
Pero aunque la tecnología puede ayudar a la hora de dormir, el doctor Clete Kushida director médico del Centro de Ciencias Médicas y del Sueño de Stanford sostiene que cuando hay problemas recurrentes para dormir bien hay que consultar a un especialista y hacerse un estudio de sueño para buscar las causas. No siempre un aparato es capaz de decir toda la verdad.
Dormir también puede ser algo costoso si se elige el Sleep Number, una cama de $4,500 dólares cuyo colchón se infla o desinfla hasta darle la firmeza adecuada a nuestras preferencias. Por $500 dòlares adicionales se adquiere el dispositivo Sleep IQ que consiste en un sensor y una aplicación que monitorea el sueño y da la misma información que los otros accesorios ya comentados.
En este caso, con el fin de estudiar los parámetros de sueño, permite indicar por qué motivo podríamos haber dormido poco o mal: por el consumo excesivo de alcohol o bebidas con cafeína, por alguna medicación, por ver mucha televisión, comer algo pesado ¡y hasta haber visto una película de terror!
Las opciones son varias y parece que llegaron para quedarse. Habrá que determinar si su efecto es sedante y demoledor como el que tenían una mamá (o un papá) al leernos un cuento con voz suave hasta que los ojos y la mente se declaraban fuera de juego hasta el día siguiente.
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