Es común que cuando contamos algo intenso que nos pasó, un recuerdo emotivo, cuando nos roza alguien a quien amamos, o hablamos de un ser querido que ya se fue, se nos ponga la piel de gallina (goose bumps en inglés). Todo el mundo conoce este fenómeno de la piel que revela lo que sentimos, pero pocos saben qué pasa en el cuerpo para tenerlo.
Si sentimos frío o experimentamos una emoción fuerte como las descriptas arriba, el cerebro envía señales a los músculos que hacen que éstos se tensen.
Cuando los músculos de la piel que están pegados a los pelos reciben esta señal, los pelos se erizan y la piel se retrae un poco, lo que provoca el efecto conocido como piel de gallina.
Este reacción ocurre también cuando hace frío, y la heredamos de nuestros antepasados que tenían el cuerpo lleno de pelo. En temperaturas extremas, las señales cerebrales enviadas a los folículos (la raíz del pelo), hacía que éstos se erizaran, ayudando al cuerpo a mantenerse más caliente.
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Como ya no tenemos tanto pelo, lo que se ve a simple vista es la piel erizada, que delata la reacción al frío y también las emociones.
Fuentes: Smithsonian National Museum of Natural History, Cleveland Clinic.
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