Es el segundo que se realiza en el país, el primero fue en 1998. El órgano lo recibió Brenda Jensen (foto), una mujer de 52 años que sólo podía hablar utilizando un dispositivo que la hacía sonar como un robot. Lo primero que dijo con su nueva laringe fue “Buenos días, quiero irme a casa”.
Once años atrás, la laringe de Jensen quedó irremediablemente dañada durante una cirugía a causa de un tubo para respirar mal colocado. Desde entonces, la mujer no podía hablar, tragar, oler o degustar.
Sólo podía respirar y comunicarse a través de un dispositivo que debía colocar sobre una traqueotomía –literalmente un hueco en su garganta- que la hacía sonar como una extraterrestre salida de la serie "X Files”.
Pero todo cambió en octubre de 2010, cuando Jensen recibió la laringe, la glándula tiroides y parte de la tráquea de otra persona en una operación de 18 horas realizada en el Davis Medical Center de la Universidad de California.
Fue tan sólo la segunda persona en el país que recibía este tipo de trasplante. Y el jueves 20 pudo hablar naturalmente por primera vez en 11 años, con su hija llorando de emoción como testigo.
“Después de una década de humillación, en donde las personas se alejaban de mí por cómo hablaba, ahora puedo comunicarme de nuevo”, expresó con una voz profunda, todavía algo afónica, Jensen, quien vive en Modesto, California. Durante la cirugía, que fue financiada casi en un ciento por ciento por el propio hospital, los médicos conectaron cinco nervios, tres arterias y dos venas.
Por supuesto, el trasplante tiene riesgos, pero Jensen está dispuesta a asumirlos: deberá tomar de por vida medicación para evitar que su sistema inmune rechace el nuevo órgano. “Está desarrollando sensaciones y movimiento en las cuerdas vocales”, explicó Gregory Farwell, profesor de otorrinolaringología y jefe del equipo que realizó el trasplante. “Los nervios deben ir regenerándose y su voz se irá curando”, agregó.
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Este trasplante no es frecuente porque la laringe no se considera un órgano esencial: las personas pueden vivir sin ella. Sin embargo, los que han padecido una vida sin voz piensan lo contrario.
“El trasplante cambió mi vida drásticamente, poder volver hablar y comunicarme fue increíble”, contó Tim Heidler, el primer paciente que recibió un trasplante de laringe en 1998, en la Cleveland Clinic.
Heidler, hoy de 53 años, dice que jamás se arrepintió de haber recibido una nueva laringe, aunque tenga que tomar medicación todos los días por el resto de su vida. “No hay nada peor que hablar como un robot y tener que dejar de comunicarte cuando se acaba la batería del dispositivo”, aseguró Heidler.
El daño a la laringe es un tipo de lesión extraña ya que es un órgano que está bien protegido por la garganta. La mayoría de los traumatismos que sufre la laringe son a causa del cáncer y hacer un trasplante en pacientes con esta enfermedad implica un gran riesgo. Por eso es un procedimiento que no se ha masificado.
Los pacientes que han sido afectados por algún trauma también tienen la opción de aprender a hablar utilizando el esófago en vez de la laringe.
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