La Virgen de los mexicanos es visitada cada 12 de diciembre por millones de fieles. Y la ciencia avala esta peregrinación. Hay varios estudios que demuestran que la religión es una gran ayuda para tener una mejor salud, tanto física como espiritual.
Según la tradición mexicana, un sábado de diciembre de 1531 la virgen María se le apareció al indio chichimeca Juan Diego en el cerro de Tepeyac y le pidió que fuera a ver al obispo para que construyera una iglesia en el lugar de la aparición. El prelado no le creyó pero la Virgen insistió y le ordenó a Juan Diego que juntara flores en la colina para llevárselas al religioso.
El indio obedeció y las puso dentro de su “tilma” o manta. Cuando abrió el lienzo ante el religioso, éste estaba lleno de rosas, una flor inexistente en el lugar, y en la tela estaba estampada la imagen de la Virgen, morena y con rasgos mestizos.
Ante la evidencia del milagro el obispo aceptó el pedido de Juan Diego y ordenó construir la iglesia. Hoy esa tilma está enmarcada y está expuesta en la Basílica de la Guadalupe, en la ciudad de México, para la devoción de todos los fieles.
Según datos del Gabinete de Comunicación Estratégica de México (GCE,) se estima que seis millones de mexicanos van a la Basílica de Guadalupe el 12 de diciembre para “darle gracias a la morenita” por los milagros cumplidos.
El pueblo mexicano es sumamente religioso, y sabe que la fe es uno de los puentes que conducen hacia la felicidad. Pero además de sentir más regocijo en el espíritu, hay varias investigaciones que demuestran que la fe beneficia la salud.
En el libro Cómo cambia Dios tu cerebro de Andrew Newberg y Mark Robert Waldman se describen varias investigaciones que buscaron la relación entre la salud neurológica y la fe. Muchas de ellas se realizaron con la colaboración de religiosas y monjes budistas, y permitieron llegar a la conclusión de que creer ejerce una influencia positiva en la mente y en la salud.
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Un estudio publicado en la revista Psychological Science demostró que creer en Dios puede aplacar la ansiedad y reducir el estrés. Los datos surgen de un trabajo conducido por el profesor de psicología Michael Inzlicht, de la Universidad de Toronto, que contó con la colaboración de voluntarios creyentes y agnósticos.
Otra investigación de la Universidad de Virginia, en EE.UU. realizada por el profesor y sociólogo Bradford Wilcox, reveló que la religión mejora la orientación familiar de los varones estadounidenses. Los hombres creyentes suelen tener matrimonios más estables, se involucran más en las vidas de sus hijos y son mucho más afectuosos con ellos.
En los jóvenes, la religión ayuda a reducir el riesgo de caer en depresión o suicidio y también ahuyenta el consumo de drogas y alcohol y la sexualidad descontrolada. También ayuda a mejorar la salud mental y física, según quedó demostrado en un trabajo realizado por el psicólogo y PhD Pat Fargan para la Fundación Heritage.
Respecto del consumo de drogas, un artículo del Journal of Drug Issues corrobora el dato, y explica que los jóvenes que son religiosos son capaces de resistir mejor a la influencia de los amigos cuando los incitan a drogarse o consumir alcohol.
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