Un nuevo estudio reabrió el debate sobre si la exposición a los campos magnéticos creados por los teléfonos móviles, líneas eléctricas de alta tensión y otros equipos electrónicos representan un riesgo de salud. Científicos del Instituto de Biotecnología de Manchester, Gran Bretaña, descartaron que los campos magnéticos tengan algún tipo de efecto en las proteínas humanas básicas, incluso en las cruciales para la salud.
La investigación publicada en la revista de la Royal Society Interface, se basa en el análisis de cómo los campos magnéticos débiles (wmfs) afectan a una clase proteína llamada flavoproteínas, que son clave para el sistema nervioso, la reparación del ADN y el reloj biológico. Si hay un mal funcionamiento en estas proteínas se producen graves efectos en la salud humana. Sin embargo, los investigadores no encontraron que los wmfs tuvieran algún impacto detectable sobre las proteínas.
Para Nigel Scrutton, uno de los autores del trabajo, si bien será necesario seguir trabajando en otras conexiones posibles entre los campos electromagnéticos y sus efectos sobre las proteínas, con los datos obtenidos, se puede “afirmar de forma definitiva que las líneas de alta tensión, los teléfonos móviles y otros dispositivos similares son seguros para los humanos”.
Por su parte, el Dr. Alex Jones, otro de los autores, dijo que su investigación sugiere que las condiciones correctas para efectos bioquímicos de wmfs probable sean raros en la biología humana.
¿Potencial cancerígeno?
En 2011, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARS, por sus siglas en inglés), advirtió que las radiaciones emitidas por los teléfonos celulares deben estar clasificadas en la misma lista de “riesgo cancerígeno” que el plomo, escape de motores y cloroformo. De acuerdo con el informe avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se encontraron evidencias suficientes para categorizar el uso del teléfono celular como “potencial cancerígeno para los seres humanos”.
De acuerdo con el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, los teléfonos celulares emiten energía de radiofrecuencia, una forma de radiación electromagnética no ionizante, que puede ser absorbida por los tejidos que están más cerca de donde se sujeta el teléfono. La cantidad de energía de radiofrecuencia a la que se expone el usuario del teléfono celular depende de la tecnología del teléfono, de la distancia entre la antena del teléfono y el usuario, del grado y tipo de uso y de la distancia que hay entre el usuario y las torres de señal.
El Estudio Interphone
El Estudio Interphone, llevado a cabo por un consorcio de investigadores de 13 países (Alemania, Australia, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Israel, Italia, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Reino Unido y Suecia), sobre un grupo de 13,000 personas de entre 30 y 59 años es hasta el momento la investigación más grande de casos y controles de salud sobre el uso de teléfonos celulares y tumores cerebrales.
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Las conclusiones, publicadas en 2010, revelaban un riesgo un 40% mayor de glioma y un 15% superior de meningioma en personas que declaraban hacer un uso frecuente del teléfono “en el lado del tumor”. Sin embargo, los investigadores no pudieron dar una conclusión definitiva sobre los riesgos por los “sesgos y errores” inherentes a la investigación.
Regulaciones en EE.UU.
La Oficina Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) y la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) han desarrollado pautas que limitan la cantidad de energía de radiofrecuencia que se permite que emitan los teléfonos celulares.
La exposición a radiofrecuencias a raíz de los teléfonos celulares se mide mediante la Tasa de Absorción Específica (SAR, por sus siglas en inglés). Esta tasa mide la cantidad de energía que absorbe el organismo. La SAR permitida en los Estados Unidos es de 1.6 vatios por kilogramo (1.6 w/kg).
De acuerdo con la Cellular Telecommunications & Internet Association de EE.UU., para junio de 2011 había 320 millones de suscriptores de telefonía celular en el país, lo cual es más de la población total de los Estados Unidos. Además, el número de usuarios de teléfonos celulares continua en aumento (tanto adultos como niños) y la cantidad de tiempo que las personas pasan con sus teléfonos también se ha incrementado en las últimas décadas.
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