A pocos días que la Organización Mundial de la Salud anunciara que el brote de Ébola estaba controlado, se registraron casos en Sierra Leona, país vecino a Guinea, en donde se desató el primer brote en enero del 2014. El virus avanza a las grandes ciudades, y hay alarma. ¿Podría llegar aquí?
Desde enero, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) han registrado 278 casos en Guinea, con 174 muertes. De este total de casos, 50 se presentaron en Conakry, la capital del país.
Esta fiebre hemorrágica también se ha presentado en Liberia, y ahora en Sierra Leona, dos países que limitan con Guinea.
Este virus cuyo origen aún se desconoce poseía dos características que hasta ahora habían evitado que los brotes se transformaran en epidemias mayores: los casos se habían registrado exclusivamente en remotas zonas rurales, y mata tan pronto, que el paciente ni siquiera tiene tiempo de contagiar.
El segundo rasgo se mantiene intacto, el virus tiene una enorme "eficiencia" para matar en corto tiempo, pero ahora, la primera característica está cambiando y el virus ya ha salido de la espesura de la selva para entrar en las grandes ciudades. Y de ahí al aeropuerto puede haber un sólo paso...
Keiji Fukuda, director adjunto de Seguridad Sanitaria de la OMS, dijo que "éste es un brote que presenta serios desafíos. El hecho de que hayan aparecido casos en tantos lugares distintos vuelve más difícil controlarlo".
Los primeros casos de Ébola se registraron en 1976 en Sudán y el Congo, y desde entonces ha reaparecido de manera cícicla por un tiempo, para luego volver a esconderse en las profundidades de la selva. Desde entonces se han infectado más de 3,000 personas, sin contar los casos del 2014.
Pero, al parecer, el reservorio se traslada. Ésta es la primera vez que surge un brote de Ébola en África occidental, una complicación extra porque se conoce menos de su posible impacto.
Para los detectives de la ciencia que intentan descubrir cuál es el reservorio del Ébola (el animal que porta el virus, que no se enferma pero sí lo transmite) las únicas pistas que existen hasta el momento es el común denominador de los primeros contagiados: todos estuvieron en algún momento en contacto con puercoespines, antílopes, murciélagos o monos infectados, es decir entraron al ecosistema donde vive el virus. Pero estos animales no eran el reservorio, porque estaban muertos.
Entre el primer brote en 1976 y 1998 se tomaron muestras de 30,000 mamíferos, reptiles, aves y anfibios de las zonas afectadas, pero no se encontró el virus, sólo rastros de él en algunos roedores.
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A diferencia de, por ejemplo, el virus del Sida, que se toma su tiempo para infectar y pasa cómodo a través de desprotegidas personas, el Ébola entra al organismo humano y lo aniquila.
Los síntomas aparecen a los siete días de contraer la infección y parecen una versión extrema de las señales de la gripe: intenso dolor muscular, fatiga, fiebre alta. Sin embargo, pronto aparecen las diferencias, con un salpullido que comienza a cubrir todo el cuerpo.
De ahí en más, una debacle feroz. La persona comienza a sangrar por todos sus orificios —boca, oídos, ojos, ano— y en el 95% de los casos sobreviene la muerte porque el cuerpo colapsa.
Aún no hay un tratamiento eficaz, y por ende la cura para este virus. La única medida es el aislamiento del paciente, y cuidados paliativos que alivien los síntomas.
Expertos como el doctor Luis Ostrosky, profesor de Epidemiología en la Universidad de Texas, consideran que es altamente improbable que el virus del Ébola se disemine a tal punto que llegue a territorio estadounidense.
Para que exista la posibilidad de contagio hay que estar en contacto muy directo con la persona enferma. El virus del Ébola no se transmite por partículas de saliva, a través del aire, lo que reduce el riesgo de contagio, por ejemplo, en espacios amplios o abiertos.
En este caso, la mente vuela más rápido que el virus: mientras en el imaginario popular resuenan películas como "Outbreak" o la más reciente "Contagion", los científicos siguen asegurando que con las medidas sanitarias apropiadas, el brote podrá controlarse.
Pero, como muchas veces la realidad supera a la ficción, la última página en el libro del Ébola aún no está escrita.
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