Cada vez que sentimos deseos de comer algo rico, aparecen en nuestra mente imágenes de platos o postres sabrosos, con cientos de calorías. Según un estudio de la Universidad de Dundee, Gran Bretaña, la explicación de este comportamiento estaría en nuestros genes.
Los investigadores realizaron un test de alimentación a 100 chicos en edad escolar de entre 4 y 10 años. Los resultados fueron contundentes: los niños que poseen el “gen de la obesidad” consumen 100 calorías extra en una comida. A la hora de elegir entre varias alternativas, prefieren alimentos con grasas y azúcar, en lugar de otras opciones saludables. Según los investigadores, el gen de la obesidad está presente en un 63% de la población.
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La clave está en buscar nuevas opciones
Más allá de lo que descubrieron los investigadores británicos, hay otros factores que también influyen: “Los alimentos ricos en grasas provocan una gran sensación de deleite en la boca y contienen el sabor de las comidas. Cuando uno deja de ingerir grasas, en cierto sentido pierde esa sensación y salvo que se reemplace por otros alimentos que posean un sabor interesante, la comida nunca tendrá el mismo gusto. Por otra parte, la comida que contiene grasas posee un alto nivel de saciedad (al cuerpo le lleva más tiempo de digestión que las proteínas o los carbohidratos)”, explicó Jackie Keller, fundadora de Nutrifit y autora del best seller “El cuerpo después del bebé”.
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Todo pasa por la química
Aunque para algunos parezca ciencia ficción, no todas las personas sacian sus deseos de “algo rico” con alimentos altos en grasas o azúcar. “Algunas personas se sienten satisfechas con un ananá, que es muy dulce, o una banana. De todos modos, mucha gente asocia “lo dulce” con los productos horneados o las golosinas, debido a que el paladar está “adaptado” a la dulzura que proviene del azúcar agregado. Es algo condicional, como los hábitos, y puede modificarse con el esfuerzo constante”, señaló la nutricionista, que ha trabajado con algunas celebridades como Angelina Jolie, Reese Witherspoon, Uma Thurman y Penélope Cruz, entre otras.
Según Jackie Keller, sentir o no sentir ganas de comer frutas y verduras es una cuestión de hábitos. “Hay personas que anhelan comer una fruta o una verdura por su humedad, textura y sabor. Si uno se propone comer más y más de este tipo de alimentos en lugar de comer opciones menos sanas, de a poco se irá adaptando. Los carbohidratos altos en calorías promueven la producción de serotonina en el cerebro. La serotonina es el neurotransmisor del sentimiento que hace que uno se “sienta bien”. Este mensajero químico envía una señal de satisfacción y calma al cerebro”. Este proceso, que se desencadena cuando uno come carbohidratos altos en grasas, no funciona del mismo modo con las frutas y los vegetales.
Ahora que ya sabes lo que sucede en tu organismo cuando deseas y comes grasas o carbohidratos, tal vez te resulte más sencillo modificar algunos hábitos .
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