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En experimento realizado por la Universidad Cornell, en Ithaca, Nueva York, observó que la comida más cara resulta más atractiva para los consumidores. Los investigadores notaron que la gente paga más pensando que va a recibir comida de mejor sabor que las más barata. La calidad de un alimento podría activar nuestros sentidos de un modo distinto. 

Para comprobarlo se contó con la colaboración de 139 comensales de un buen restaurante italiano de Nueva York, donde se les ofreció menúes buffet de dos precios: $4 y $8 dólares. Los clientes tenían que evaluar el sabor y la calidad de la comida y del restaurante, y quienes pagaron más por su plato estuvieron un 11% más conformes y disfrutaron más de la experiencia. Y si bien los de $4 y los de $8 habían consumido la misma cantidad de comida, quienes pagaron un precio menor suponían que habían mucho más y tenían un sentimiento de culpa por ello. 

Según declaró Brian Wansink, líder de la investigación y profesor de comportamiento del consumidor en Cornell, es fascinante saber que el precio casi no impacta en cuánto se come, pero tiene una gran incidencia al determinar cuánto le agrada ese alimento a cada comensal.

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Esta experiencia permite determinar que la comida más cara tiene mejor sabor ¡que otra exactamente igual pero con un precio inferior! Y si bien el estudio no pretendía  influir sobre las políticas públicas, estos datos se podrían utilizar para condicionar a los consumidores para que coman menos. Es una forma sutil de combatir la creciente epidemia de obesidad. 

Y a la hora de concurrir a un buffet, el laboratorio liderado por Wansink realizó varias experiencias que demostraron cómo se puede comer menos: utilizar un plato más pequeño, o llenar la mayor parte del plato con ensalada. El nuevo dato que se puede agregar es el del precio: para comer menos, elegir el más caro. Será mejor para la dieta, y lo encontrarás mucho más delicioso.

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