La mayoría de nosotros creció con la idea de que la proteína era el nutriente más importante que necesitábamos.
La proteína no podía faltar en nuestras mesas, siempre surtidas con algún suculento plato de carne, pollo o pescado, y en muchas ocasiones era ella el nutriente central.
En la década de los ochenta, la proteína perdió parte de su condición de ‘estrella’. Los carbohidratos, los productos bajos en grasa y de menos calorías estuvieron de moda y los expertos nos recomendaron disminuir las porciones de proteína para reducir el riesgo de padecer enfermedades coronarias, entre otras.
Ahora, el péndulo regresa a su posición de origen y la proteína recobra fuerza. Los libros de dietas altas en proteína promueven una pérdida de peso rápida, segura y sin pasar hambre. “Come las cantidades que quieras de proteínas pero reduce tu consumo de carbohidratos”, es el lema de muchos de estos bestsellers.
A raíz de esta nueva mentalidad, el mercado se ha visto inundado no sólo con este tipo de libros, sino también con batidos, polvos y barras de proteína que prometen aumentar la masa muscular y hacerte perder esas libritas de más.
Pero, antes de que corras a comprar cualquiera de esos productos, te invitamos a analizar lo que son en realidad las proteínas y la cantidad que debes consumir diariamente.
Tu cuota diaria de proteína
Tu mamá tenía razón cuando te decía que te comieras el pollo, pescado o la carne de res para mantenerte saludable. La proteína es el componente principal del cerebro, los músculos, la sangre, la piel, pelo, uñas y tejidos. Sin ella tu cuerpo no podría producir anticuerpos para liberarte de enfermedades o llevar a cabo procesos enzimáticos y hormonales.
La cantidad exacta que debes consumir depende de tu edad, sexo y peso. En reglas generales y para la mayoría de adultos, la recomendación es de 0,36 a 0,45 gramos de proteína por cada libra de peso. Es decir, si pesas 130 libras, necesitas de 47 a 59 gramos de proteína al día. Por otro lado, los atletas y quienes se ejercitan con pesas por más de una o dos horas al día podrían necesitar el doble de proteína que la recomendada.
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¿Te parece demasiada? La buena noticia es que es muy fácil cumplir con tu cuota diaria. Por ejemplo, una taza de leche descremada contiene 8 gramos, un sándwich de mantequilla de maní (hecho con dos cucharadas) tiene 13 gramos y cuatro onzas de una carne magra, pollo o pescado, contienen de 25 a 35 gramos de proteína.
Sin saberlo siquiera, lo más probable es que tú ya estés consumiendo la cantidad recomendada de proteína. De hecho, no es necesario comprar polvos, suplementos o barras de proteína, ya que el individuo común consume 1,5 veces más de proteína al día de la que necesita.
Dietas altas en proteína
Las dietas altas en proteína están de moda y te permiten comer alimentos como las carnes, quesos, huevos, y mantequilla, a la vez que limitan e incluso prohíben tu consumo de carbohidratos, presentes en los granos, papas, pastas, frutas y vegetales.
Estas dietas en su mayoría son más altas en grasas que en proteínas, pero debido a que sus seguidores suelen bajar de peso -al menos al inicio-, la gente cree que son una buena solución al sobrepeso.
Sin embargo, la mayor parte del peso que se pierde proviene de los músculos y las reservas de agua en el cuerpo, al disminuir drásticamente los carbohidratos en la dieta. Dado que no es posible comer dulces, galletas, papitas, caramelos, sodas y chocolates cuando se hace dieta, es muy probable que las libritas perdidas se relacionen con estas restricciones y no necesariamente con los otros carbohidratos que se reprimen, como los que se encuentran en las frutas, granos y vegetales.
En conclusión, el éxito de la dieta no radica en eliminar un grupo de alimentos y pensar que uno es mejor que el otro, sino en controlar el nivel calórico diario, balancear los alimentos y nutrientes y mantener una vida activa.
*Dietista
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