Una mujer fanática del entrenamiento físico siguió yendo al gimnasio hasta dos días antes del parto, cuando ya tenía un centímetro de dilatación. Sostiene que fue lo que la ayudó a tener un buen parto.
Meghan Leatherman es una consultora en marketing y comunicación amante del ejercicio físico intenso, especialmente CrossFit, que practica hace dos años. Cuando quedó embarazada siguió entrenando con asiduidad, y el crecimiento de su panza no le impidió seguir con su rutina.
Con 40 semanas de embarazo, Meghan fue a su gimnasio de Phoenix hasta dos días antes del parto, cuando ya tenía 1 centímetro de dilatación. La primeriza de 33 años decidió no ser de esas embarazadas que se quedan sentadas mirando televisión mientras tejen y piensan nombres para su bebé. Lejos de eso, siguió paseando a su perro a diario en un recorrido de 3 millas (4,8 km), fue al gimnasio 4 veces por semana e incluso salió a caminar entre las montañas una vez por semana.
Su entrenadora, Melissa Patriquin dijo a Barcroft TV que es una inspiración para otras gimnastas, al verla haciendo los ejercicios con tanto entusiasmo… y tanta panza. Pero Hadar Bekhar, una compañera del gimnasio, admite que a veces se la quedaba mirando con cierta preocupación. Lo mismo le ocurrió a Chad, futuro papá y marido de Meghan.
Para la flamante mamá, el CrossFit la ayudó a tener un buen embarazo y un mejor parto, y en esto estuvo de acuerdo su doctora, que desde el primer momento la animó a seguir haciendo ejercicio. Al entrenar, Meghan dice que “escuchó” a su cuerpo, controló su corazón con un monitor cardíaco y tomó mucho líquido para mantenerse su estado físico.
El pasado 3 de mayo llegó al mundo Florence Germaine, con 6,11 libras (2,700 kg) y Meghan. La beba nació en menos de 20 minutos, tras 4 horas de trabajo de parto y su mamá está segura de que el ejercicio fue el responsable de tan buenos resultados. Por eso declara que las mujeres no deberían usar la excusa del embarazo para ser haraganas. Para dar el ejemplo, planea volver a entrenar tres semanas después del parto, en cuanto su médica la autorice.
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El caso de Meghan no es el único; a fines del año pasado, Lea-Ann Ellison fue otra embarazada gimnasta que fue muy criticada por publicar sus fotos haciendo pesas con una panza de 8 meses y medio. La mujer de 35 años es madre de tres hijos, vive en Los Angeles y es adicta al CrossFit y sus médicos le dijeron que siguiera con esa actividad que venía practicando hace tiempo. Para ella, el embarazo no es una enfermedad, y la actividad física es una ayuda para el cuerpo, en especial en esta etapa.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) indican que la actividad física es saludable para las embarazadas ya que ayuda al corazón y los pulmones. También mejora el humor durante el postparto y ayuda a bajar de peso. A su vez las Guías de Actividad Física para Americanos indican que las embarazadas sanas deben hacer al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada, durante y después del embarazo. Las mujeres que están entrenadas y hacen una actividad más exigente pueden continuar con ella si están bien de salud y cuentan con la autorización de su médico.
No hay evidencia científica de que la actividad aeróbica moderada sea riesgosa para el embarazo. No aumenta la probabilidad de tener un bebé de bajo peso, un parto prematuro o un aborto, y tampoco es una condición que afecte la producción de leche o el crecimiento del bebé.
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