Puntos Clave
Una comida completa, balanceada y suficiente que incluye sopa, ensalada, guarnición y plato fuerte puede tener menos calorías que un postre pequeño hipercalórico.
Es necesario aprender a tener una relación diferente con el consumo de los postres. En especial pon atención a la cantidad y a la frecuencia con que los comes. He aquí algunos consejos:
Sobre los tipos de postre
- Elige postres menos energéticos: alegría (amaranto), fruta con una cucharadita de almíbar, helado de yogurt sin azúcar.
- Lee las etiquetas de los envases para revisar el contenido nutricional. La porción que sugiere el envase no necesariamente concuerda con la ración recomendada.
Controla la cantidad
- Reduce el tamaño de las porciones: por ejemplo, come sólo un cuarto de rebanada de pastel.
- No repitas
- Evita comer directamente del paquete o envase.
- Deja en el plato el merengue o ingrediente más calórico.
- En restaurantes, llévate a casa lo que te sobre o compártelo. No te lo comas todo.
- Evita comer postres viendo la televisión. Perderás la noción y comerás más de la cuenta.
- Compra porciones de postre individuales, evita adquirir piezas enteras o grandes volúmenes. Si los tienes en casa, aumenta la probabilidad de que lo comas.
Disminuye la frecuencia
- Si acostumbras a comer postre diariamente, disminuye la frecuencia a dos o tres veces por semana.
- Sustituye el postre por fruta, así tendrás un sabor dulce al finalizar tus comidas.
En resumen, el consumo excesivo o frecuente te lleva a ganar peso. Esto se ve reflejado en esa “llantita” de grasa abdominal.
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Aprende a disfrutar de los postres en pequeñas porciones, deléitate con su sabor y apariencia y resérvalos para ocasiones especiales.
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