Los parques, plazas y patios de las escuelas ya no son los lugares favoritos de los niños para jugar hasta quedar exhaustos. Ellos prefieren quedarse en casa para ganar con los videojuegos sin advertir que ese sedentarismo, junto con la mala alimentación, los expone a padecer de obesidad y síndrome metabólico, principales desencadenantes de problemas que antes se consideraban de adultos como las enfermedades cardiovasculares y la hipertensión, de cuyo aumento en niños y adolescentes han advertido los expertos.
La Academia Estadounidense de Cardiología dio pautas, que deben comenzar en la infancia, para la prevención de enfermedades cardiovasculares y en ese sentido recomiendan: dieta adecuada, peso corporal adecuado, y tensión arterial normal.
En algunos casos las recomendaciones tienen un carácter netamente preventivo porque hay evidencias claras que con un adecuado control de la tensión arterial (TA) y de otros factores de riesgo, desde la infancia, es posible disminuir la incidencia de enfermedad coronaria y cardiovascular en la vida adulta.
En otros casos ya es necesaria la intervención porque estudios han demostrado la presencia, en niños y adolescentes, de placas que se depositan dentro de las arterias y que impiden que se lleve sangre rica en oxígeno al corazón y a otras partes del cuerpo.
En la infancia y en la vida adulta
En efecto, la prevalencia de hipertensión arterial (HTA elevación persistente de la presión arterial a valores superiores a los percentiles considerados como normales en relación a la edad, el peso y la talla de las personas) en la infancia es de 1-3% y llega al 10% en la adolescencia. La tensión arterial elevada en épocas tempranas de la vida constituye el mayor factor predictivo de desarrollo de HTA en la edad adulta.
Por esa razón, los médicos recomiendan que el examen físico de un niño incluya la medición de la TA desde los primeros días de vida y evaluar sus variaciones durante el crecimiento.
Esta advertencia cobra más sentido ahora, porque es probable que se diagnostique y se trate la hipertensión en más niños y adolescentes de EE. UU. gracias a unas nuevas directrices publicadas por la Academia Americana de Pediatría {American Academy of Pediatrics}.
Alrededor de un 3.5 por ciento de los niños y adolescentes tienen una presión arterial anómalamente alta, o hipertensión, que con frecuencia no se detecta ni se trata, según la academia.
"Si hay un diagnóstico de hipertensión, podemos tratarla de varias formas", dijo el Dr. David Kaelber, que ayudó a desarrollar las directrices. "Pero como los síntomas son silentes, con frecuencia la afección se pasa por alto".
Cuando la hipertensión no se aborda, puede conducir a problemas cardiacos y renales años más tarde, añadió la academia.
Esto es particularmente preocupante debido a que la incidencia de hipertensión infantil ha aumentado en Estados Unidos desde 1988, aunque ahora se ha nivelado, anotaron los autores de las directrices.
Según las nuevas tablas simplificadas, se medirá la presión arterial de los niños comparándola con la de niños de peso normal, de forma que es probable que las medidas ideales sean más bajas que en el pasado. Los niños obesos o con sobrepeso (que se incluyeron en las directrices anteriores) son más propensos a tener hipertensión, lo que posiblemente sesgó las medidas recomendadas.
Como resultado de este cambio, se cree que una cantidad mayor de niños podrían caer en la categoría que necesita tratamiento.
El Dr. Joseph Flynn, que fue presidente conjunto del subcomité autor de las directrices junto con Kaelber, explicó que "al detectar la afección pronto, podemos trabajar con la familia para gestionarla, ya sea a través de cambios en el estilo de vida, de medicamentos, o de una combinación de tratamientos".
Obesidad e hipertensión
La academia tomó en cuenta el vínculo entre la obesidad y la hipertensión, y señaló que los cambios en el estilo de vida (como la dieta y el ejercicio) son el tratamiento de primera línea para la hipertensión.
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Los médicos deben recetar antihipertensivos si esos cambios en la conducta no reducen la presión arterial, o si el niño sufre de otra afección, como enfermedad renal o diabetes.
Pero el primer paso debe ser que los niños con una lectura de presión arterial elevada sean monitoreados en la casa para descartar la posibilidad del "efecto de la bata blanca", que es una ansiedad por estar en el consultorio del médico que aumenta la presión arterial.
Al controlar la tensión arterial en los niños es posible tener valores acumulados y hacer comparaciones. Se pueden identificar los niños con riesgo de padecer hipertensión y prevenir la dolencia en la vida adulta.
De acuerdo con la cuarta comunicación de la Academia Americana de Pediatría hay hipertensión arterial cuando el promedio de TA sistólica y/o diastólica es mayor o igual al percentilo 95 para edad, sexo y talla en 3 ocasiones o más.
Prehipertensión: cuando el promedio de TA sistólica y/o diastólica es mayor o igual al percentilo 90 y menor al percentilo 95 para edad, sexo y talla en 3 oportunidades o más.
Los adolescentes cuyos valores de TA sean mayores o iguales a 120/80 mm Hg se consideren prehipertensos.
Se utilizan las tablas que correlacionan sexo, edad, TA de la Academia Estadounidense de Pediatría (Task Force), basadas en la medición de TA en niños sanos.
Es importante tener en cuenta que los niños con antecedentes familiares de hipertensión arterial frecuentemente presentan mediciones de TA elevadas. Estos niños deben ser especialmente controlados a través del tiempo y disminuir los factores de riesgo como dieta inadecuada, obesidad y sedentarismo para evitar que desarrollen HTA en el futuro.
¿Qué hacer?
Si se descubre que su hijo tiene presión arterial alta, su pediatra pedirá pruebas para ver si la está causando un problema médico subyacente. Estas pruebas incluyen estudios de orina y sangre. A veces, se usan radiografías especiales para examinar el suministro de sangre a los riñones. Si no se puede encontrar ningún problema médico, el diagnóstico de su hijo será hipertensión esencial. (En términos médicos, la palabra “esencial” se refiere solo a que no se puede encontrar una causa).
Si la causa es la obesidad, el primer paso será hacer que su hijo baje de peso. Bajar de peso no solo disminuirá la presión arterial, sino que también puede brindar muchos otros beneficios de salud. El médico recomendará, además, limitar la cantidad de sal de su dieta y sugerir que su hijo haga más ejercicio. La actividad física parece ayudar a regular la presión arterial y, por lo tanto, puede reducir la hipertensión leve.
Una vez que su pediatra sepa que su hijo tiene presión arterial alta, querrá controlarla con frecuencia para asegurarse de que la hipertensión no se esté volviendo más grave y remitirlo a un especialista, de ser necesario. Si empeora el cuadro, se puede tratar con medicamentos.
Es muy importante detectar la hipertensión en sus primeras etapas. En la actualidad, se recomienda controlar la presión arterial a todos los niños a partir de los tres años. Los bebés que nacieron antes de término o con bajo peso, que hayan tenido una estadía difícil o prolongada en el hospital, también deben ser monitoreados, así como los niños con enfermedad cardíaca congénita, que estén recibiendo medicamentos que pueden aumentar la presión arterial o que tengan cualquier otra afección que pueda provocar presión arterial alta.
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