Por lo general las personas desconocen que tienen hígado graso de origen no alcohólico debido a que no se presentan síntomas.
Esta afección sólo se puede detectar con estudios de laboratorio en los que se observa una alteración en las pruebas del funcionamiento hepático o las pruebas que se realizan por ultrasonido abdominal.
En realidad, La enfermedad del hígado graso no alcohólico es un término general para una variedad de afecciones hepáticas que afectan a las personas que beben poco o nada de alcohol. Como su nombre lo indica, la característica principal es que se almacena demasiada grasa en las células del hígado.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
El sobrepeso y la obesidad junto con una dieta alta en calorías, grasas saturadas, azúcares y fructosa, además de una vida sedentaria aumentan los riesgos para desarrollar hígado graso de origen no alcohólico.
Se estima cerca de un 30% de personas en todo el mundo que acumulan grasa abdominal y hasta un 80% en personas con diabetes tipo 2 pueden presentar esta enfermedad.
Otros factores de riesgo relacionados es tener una variante del gen PNPLA3 (lipasa reguladora del metabolismo de los triglicéridos en el tejido adiposo) con mayor susceptibilidad en hispanoamericanos y familiares de primer grado, así como en población mexicana.
¿Qué significa tener hígado graso?
A pesar de que tener grasa en el hígado no sea algo normal, la grasa en sí misma, posiblemente no daña al hígado. Entre la gente con enfermedad por hígado graso no alcohólico, un grupo pequeño podría presentar una afección más grave, llamada esteatohepatitis no alcohólica (EHNA). En este caso, la acumulación de grasa se relaciona con una inflamación de las células hepáticas y diferentes grados de fibrosis. La esteatohepatitis no alcohólica puede ser una afección grave, capaz de derivar en la presencia de mucha fibrosis en el hígado y cirrosis.
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Factores de riesgo
- Herencia genética.
- Dieta alta en grasa saturada presente en alimentos de origen animal.
- Fructosa, presente en muchos alimentos procesados.
- Las personas que tienen resistencia a la insulina o diabetes mellitus presentan mayor susceptibilidad.
- Cambios en la microbiota intestinal.
- Factores metabólicos como alteración en los lípidos en la sangre, resistencia a la insulina y obesidad.
Tratamiento para el hígado graso
¿Cuál sería el tratamiento dietético para ayudar a prevenir el hígado graso de origen no alcohólico?
- Disminuir el consumo de grasas saturadas.
- Evitar azúcares añadidos, especialmente fructosa.
- Incluir granos enteros, frutas en moderación, vegetales, incluir hojas verde oscuro, leguminosas y pescados.
- Tener una alimentación con recomendaciones de energía de acuerdo al peso adecuado y si es necesario bajar de peso.
- Evitar consumir comidas rápidas, carnes procesadas, alimentos fritos, azúcares y cereales refinados, bebidas azucaradas y jugos de frutas, aderezos altos en grasa.
- Incluir suplementos de ácidos grasos Omega-3, consulta con tu médico.
- Incluir probióticos como lactobacillus plantarum, acidophilus, Bifidobacterium bifidum y rhamnosus.
- Moderar consumo bebidas alcohólicas.
- Consumir mucha agua.
- Realizar ejercicio 30 minutos diarios, 5 veces por semana, así como ejercicio estructurado prescrito de manera individual, en específico ejercicios de resistencia.
- Evita sodas y jugos de frutas, ya que tomar más del equivalente a 110 g al día de azúcares simples (3 vasos de soda de 8.5 fl oz o 250 ml, por ejemplo) o 16 g al día de fructosa (6.7 fl oz o 200 ml de jugo de fruta) está asociado a un mayor riesgo de presentar esta enfermedad, según un estudio mexicano presentado en la Semana Nacional de Gastroenterología en 2016.
Mantén una dieta baja en energía y realiza actividad física que te permitan bajar de peso si fuera necesario y disminuir grasa del hígado, junto con las medidas recomendadas.
¿Puede ser una enfermedad grave?
La mayoría de gente con enfermedad por hígado graso no alcohólico, especialmente quienes tienen hígado graso simple sin inflamación, casi no presentan problemas debido a la afección.
Sin embargo, alrededor de 25 por ciento de quienes padecen esteatohepatitis no alcohólica podrían presentar fibrosis hepática que empeora con el tiempo.
En general, el avance de la fibrosis es lento y puede demorar años o hasta décadas. En algunos pacientes, la fibrosis puede estabilizarse y existen casos en los que las personas perdieron bastante peso y luego se comprobó que la fibrosis revirtió.
En otras personas, en cambio, la afección continúa avanzando y se acumula tejido fibroso en el hígado, derivando en cirrosis.
En Estados Unidos, cada vez es más común que la esteatohepatitis no alcohólica sea la razón para requerir un trasplante de hígado.
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