La alimentación juega un papel fundamental dentro de nuestro crecimiento y desarrollo, desde que estamos en el útero de nuestras madres hasta el último día de vida.
Lograr identificar y reconocer las diferentes enfermedades atribuidas a un déficit nutricional de vitaminas no fue tarea fácil, sin embargo, una vez descubierto, ha logrado prevenir y erradicar un conjunto de enfermedades de tipo carencial, implementando con planes oficiales la fortificación de diferentes alimentos de uso diario para combatir estos problemas sanitarios.
Así es el caso con este conjunto de enfermedades denominadas defecto del cierre del tubo neural el cual consiste en malformaciones congénitas del sistema nervioso central, debido a que durante la formación embrionaria del sistema nervioso central se debe de llevar a cabo un proceso muy peculiar, el cual consiste en el cierre del tubo neural, el cual puede alterarse en diversos puntos, creando complicaciones cuando es un cierre parcial o total y el nivel del defecto se encontrará justo al nivel en que esto ocurrió.
Los principales defectos del cierre del tubo neural son:
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Estas complicaciones son muy serias como en el caso de la anencefalia en la cual no se desarrolla el cráneo e incluso el cerebro y son bebés que nacen y mueren; en el caso de pacientes con espina bífida en la cual no hay una adecuada fusión de los cuerpos vertebrales del bebé, depende del grado del defecto puede ser: una mielomeningocele en la cual hay una protrusión a través del defecto vertebral de meninges, médula espinal o sólo un meningocele (protrusión de las meninges), las cuales son estructuras muy delicadas y que si se dañan pueden provocar paraplejía, así como imposibilidad para controlar los esfínteres de vías urinarias o digestivos,
En 1964, la doctora Elizabeth Hibbard estableció que muchas enfermedades durante el embarazo ocurrían debido a la carencia de folato en mujeres embarazadas desnutridas. Y fue hasta 1980 que Smithells publicó los resultados de la primera intervención destinada a prevenir la recurrencia de defectos del tubo neural con la administración previa y durante el embarazo de vitaminas en este caso del ácido fólico.
Actualmente a nivel mundial y en diferentes países realizan diversas medidas sanitarias ya sea fortificando los alimentos con ácido fólico o dando suplementos alimenticios con ácido fólico para evitar los defectos del tubo neural.
Es recomendable es un consumo de al menos tres meses antes del embarazo de 0.4mg de ácido fólico y durante el embarazo una ingesta de al menos 4 g de ácido fólico durante los primeros tres meses del embarazo para prevenir estas complicaciones. Consulta con tu ginecólogo.
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