Los avances en manipulación genética hacen parecer cada vez más cercana la idea de que los padres no solo evitarán que sus hijos tengan ciertas enfermedades al reparar sus genes. También podrán elegir rasgos que nada tienen que ver con su salud, como que tengan talento para los deportes o el color de sus ojos.
Esa inminente realidad nos llevó a preguntar a varias personas si elegirían rasgos de sus hijos a través de la manipulación genética, por ejemplo, en una clínica de fertilidad. Anairene Asuaje, periodista residencia en Ciudad de México, quien es madre de un niño y se sometió a varios tratamientos de fertilidad para poder concebir, nos dijo que está de acuerdo con los avances que permitan evitar o corregir enfermedades, “pero escoger color de ojos, perfil, tipo de cabello, o incluso que tenga alguna destreza, es algo para lo que no estoy preparada”.
Laura Silva, profesora de preparatoria en la ciudad mexicana de Monterrey y madre de tres niños, va aún más allá: “A mi me gusta darle a la naturaleza la opción que decida. Respeto lo que cada quien decida, pero se me hace que con tantos avances a veces ‘cosificamos’ lo humano”.
Un artículo publicado en octubre en Wall Street Journal da una mirada profunda al tema a partir de una joven pareja sin hijos, a quienes llaman Blair y James, que desean, entre otros rasgos, que su bebé tenga ojos azules. “Los ojos azules, dice James, que tiene ojos marrones, ‘son la guinda del pastel’”, escribe la autora de la nota, Amy Dockser Marcus.
Además de descartar mutaciones causantes de enfermedades, esta pareja estadounidense se hizo una prueba de ADN que les podría ayudar a predecir el color de sus ojos de su futuro hijo (cuando decidan tenerlo). Se trata de un examen creado por científicos forenses para poder identificar a sospechosos de crímenes de quienes tenían poco ADN, pero Blair y James lo hicieron en The Fertility Institutes en California, clínica que se precia de ser la única que ofrece este test, por ahora.
Dice el artículo del WSJ que muchas clínicas de fertilización in vitro ya permiten que los futuros padres seleccionen el género del embrión, según sus preferencias. Y hay una compañía llamada Genomic Prediction que recibió la aprobación para comercializar en varias entidades de Estados Unidos pruebas que ofrecen predicciones de riesgo de enfermedades y, aunque no tienen planes de predecir el color de los ojos de un embrión o el nivel de logro educativo, están atentos a lo que la comunidad crea que es ético.
¿Es ético hacer bebés “a la carta”?
El debate sobre ética y manipulación de genes tiene tiempo y cobró fuerza en agosto de 2017, cuando se dio a conocer que un equipo de científicos en Oregon había modificado con éxito el ADN de un embrión humano. Aunque lo hicieron para reparar una mutación genética que causaría una cardiopatía grave al futuro bebé, expertos y personas comunes se preguntaban hasta dónde se debía llegar, especialmente, si se trata modificar rasgos no relacionados a la salud.
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En ese sentido, Fabiola Villela Cortés, colaboradora del Programa Universitario de Bioética de la Universidad Autónoma de México (UNAM), plantea varios puntos a analizar, como cuál es la motivación de los padres para elegir aspectos físicos o estéticos, cuál es la motivación de la clínica de fertilización para ofrecer este servicio o qué pasa si el resultado no es el esperado.
En el caso de que los padres escojan el color de ojos de su futuro hijo, la decisión afectaría a una persona que no es quién elige. ”¿La decisión que van a tomar está sustentada en mejorar la calidad de vida de ese hijo por nacer? Si la respuesta es sí, entonces habrá que preguntarse, ¿cómo mejorará la vida de ese hijo por nacer tener una serie de rasgos físicos elegidos a la carta? ¿Con base en qué los futuros padres estarán tomando esta decisión? ¿Son prejuicios estéticos que tienen que ver con imágenes o ideas de ‘perfección’ cuyo resultado asienta prejuicios racistas discriminatorios?”, explica la experta a HolaDoctor.
Para la doctora, estos cuestionamientos podrían ayudar a quien desee usar estos servicios, al recordarles que un hijo por nacer no es un objeto a ser diseñado. Este último punto, además, podría ser un efecto no deseado de prestar entre los servicios de fertilización asistida la posibilidad de hacer bebés “a la carta”.
“Lo cierto es que al ser un negocio, las clínicas de fertilización asistida caen en tratar embriones como productos, independientemente de si es su intención o no. La oferta y la demanda de servicios es la dinámica de mercado que prevalece, olvidando por momentos que el resultado de este servicio (si todo sale bien) será un ser humano”, dice.
Otro dilema que podría presentarse es qué pasaría si el resultado no es el esperado. Villela Cortés recuerda que Estados Unidos tiene un historial de demandas por acciones de vida inapropiada (wrongful life) o de nacimiento inapropiado (wrongful birth), es decir, los padres, al tener un hijo con deformidades o deficiencias demandan al médico o al Estado por considerarse víctimas de eventos que resultaron en tener un niño no deseado. Y pueden alegar desde falta información hasta información sesgada como factores que les impidieron tomar la decisión de continuar o no con el embarazo.
Quién puede y debe tomar decisiones y qué tipo de decisiones se pueden tomar, en su opinión, son las preguntas que nos permitirán reflexionar sobre los límites.
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