Los probióticos, esos microorganismos vivos también llamados “bacterias saludables o amistosas”, populares como remedio para facilitar la digestión y evitar el estreñimiento, serían más efectivos si su vía de entrada al organismo es algún producto lácteo, así lo aseguran investigadores de la Universidad de California en David, Estados Unidos.
El estudio publicado en Applied and Environmental Microbiology, la revista de la Sociedad Americana de Microbiología (ASM, por sus siglas en inglés), afirma que el éxito de los probióticos para impulsar la salud humana puede depender en parte del alimento o bebida que lleva los probióticos.
"Nuestros hallazgos indican que la manera en que un probiótico se entrega -ya sea en alimentos o forma de suplemento- podría influir en la eficacia de ese probiótico en los beneficios de salud deseados", aseguró la Dra. María Marco, autor principal de la investigación en información difundida por la institución académica.
Según los investigadores, los productos lácteos son las matrices de alimentos más populares para las cepas probióticas, sin embargo, “la cuestión de si hace alguna diferencia consumir probióticos en productos lácteos en lugar de otros alimentos o suplementos nutricionales no se ha investigado de forma sistemática o mecánicamente en estudios clínicos o preclínicos", destacó.
“Sabemos que las bacterias pueden adaptarse a su entorno, los probióticos están expuestos antes de la ingestión, lo que podría influir en su capacidad para mantener o mejorar la salud humana", estableció la Dra. Marco.
Para este estudio, los investigadores analizaron la cepa probiótica, Lactobacillus casei BL23 en un modelo de ratón con colitis (inflamación del intestino grueso o colon). Los resultados mostraron que los roedores que fueron alimentados con el probiótico en leche disminuyeron sus síntomas en comparación con aquellos que fueron alimentados con leche sin el probiótico, y los que recibieron el probiótico dentro de un suplemento no alimentario.
El término probiótico está formado del latín “Pro” (a favor de) y del griego “bioticos” que, a su vez, deriva de bios (vida), es decir, a favor de la vida. De acuerdo con la definición emitida por Organización Mundial de la Salud (OMS), “probioticos son organismos vivos que al ser administrados en cantidades adecuadas proporcionan o generan efectos benéficos a la salud del huésped”.
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Para los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, su siglas en inglés), son microbios “buenos” que se pueden ingerir para ayudar a combatir algunas enfermedades, y que se utilizan como bacterias “beneficiosas”. Uno de los más conocidos y utilizados es el Lactobacillus acidophilus.
En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) clasifica los probióticos como suplementos alimentarios por lo que no está regulada su pureza, viabilidad o eficacia.
La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos refiere que las bifidobacterias se usan para muchas afecciones que afectan a los intestinos, prevenir la diarrea en los bebés y en los niños y para la diarrea de viajero en los adultos. Algunas personas toman bifidobacterias para restaurar, en el intestino, las “bacterias buenas” que han sido muertas o eliminadas por la diarrea, la radiación, la quimioterapia, los antibióticos u otros problemas. Algunas personas usan bifidobacterias en los recién nacidos para prevenir una infección intestinal llamada enterocolitis necrotizante.
Diversos estudios científicos han documentado que debido a su contenido en microorganismos vivos que repueblan la flora intestinal, los probióticos mejoran las funciones intestinales y la absorción de nutrientes. Además, ayudan a mantener la barrera protectora contra microorganismos no deseados y mejoran la inmunidad.
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