A medida que el niño crece y se desarrolla, va adquiriendo hábitos y adoptando costumbres que poco a poco va integrando en lo que será su estilo de vida, del cual hacen parte fundamental su manera de alimentarse y su actitud ante la actividad física.
Un niño que crezca en un hogar cuyos padres sean aficionados a la lectura, a la televisión o al uso de la computadora, tiene muchas posibilidades de adoptar un estilo de vida sedentario que se reflejará en aspectos fundamentales de su vida, como son:
- el tiempo que pasa sentado,
- su manera de caminar, y
- su poco interés por la práctica de deportes o ejercicios.
Lo contrario sucede con los hijos de padres muy activos, cuyo marcado interés por la actividad física se vive en el ambiente familiar, contribuyendo de manera significativa a crear el interés de todos en la casa por la actividad física.
Igual sucede con la manera de alimentarse. La mesa familiar es el sitio por excelencia para desarrollar los buenos hábitos alimentarios. El hecho de comer en familia o “cada uno por su lado” puede jugar un gran papel en el proceso de desarrollar las perspectivas de salud de cada persona.
Si bien es cierto que comer en la mesa familiar es una costumbre que trae muchos beneficios, debe tenerse en cuenta que los hábitos alimentarios inconvenientes se transmiten también con gran facilidad en este ambiente.
Lo que realmente contribuye a la adopción de un estilo de vida poco saludable es la manera como se transmiten los mensajes a los niños. Un buen ejemplo es la lectura, la cual es recomendable fomentar en la niñez y la juventud, pero cuidándonos de transmitir el mensaje positivo sin el complemento negativo de la imagen de unos padres que pasan “todo el día sentados”. Lo deseable es que los hijos vean que sus padres, además de dar muestras de una vida realmente activa, disfrutan con frecuencia de la lectura de buenos libros.
Otro ejemplo es la actitud obsesiva por el ejercicio, la cual puede llevar a los hijos a rechazar todo lo que pueda asociarse con algo que les impide hacer las cosas que les gustan, porque sus padres nunca salen del gimnasio.
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En el caso de la alimentación, además del componente genético que influye sobre el riesgo a la obesidad, lo más importante es lo que se aprende en cuanto a la manera de comer. Esto abarca desde la selección de los alimentos al momento de la compra hasta la forma de servir la mesa, pasando por la manera de preparar las comidas.
Es muy común, entre la población hispana, poner en la mesa para que los miembros de la familia se sirvan más comida que la que realmente debe comer cada uno. No es extraño que para tres personas se pongan a disposición cinco o seis suculentas piezas de pollo, abriendo así el camino a los excesos.
Es muy importante promover en los niños y jóvenes de la familia la adopción de hábitos que los lleve a construir estilos de vida saludables, de los cuales formen parte una alimentación equilibrada y buenos niveles de actividad física.
Quienes ya pasamos de la etapa en que estaba en nuestros padres la responsabilidad de crearnos las condiciones para que fuéramos construyendo un estilo de vida saludable, debemos tomar conciencia de que el asunto queda ahora exclusivamente en nuestras manos. La calidad de vida que podamos disfrutar en los años por venir depende de nuestra decisión de hacerlo bien ahora.
Si tienes que hacer cambios en tu estilo de vida, nunca es tarde para comenzar.
*Especialista en Nutrición. Vicepresidente de Desarrollo de Productos de DrTango, Inc.
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