Tienen un sabor fuerte, especial, que aromatiza platillos populares como el vitello tonetto italiano, el salmón al horno o el pollo picata. Las alcaparras son uno de los principales ingredientes de la cocina mediterránea que ya es popular por impulsar una buena salud.
Ahora, científicos estadounidenses han comprobado que estos capullos comestibles de un arbusto llamado capparis espinosa, tiene propiedades específicas para ayudar a la salud cardíaca y cerebral.
Un compuesto que se encuentra comúnmente en las alcaparras en escabeche (las que se venden en lata o frasco en los mercados) activa las proteínas necesarias para la actividad normal del cerebro y el corazón humanos, e incluso puede conducir a futuras terapias para el tratamiento de la epilepsia y los ritmos cardíacos anormales.
Investigadores de la Facultad de Medicina Irvine de la Universidad de California han descubierto que la sustancia llamada quercetina, un flavonoide, puede regular directamente las proteínas necesarias para procesos corporales como los latidos del corazón, el pensamiento, la contracción muscular y el funcionamiento normal de la tiroides, páncreas y tracto gastrointestinal.
El estudio, financiado en parte por los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos y publicado en Communications Biology, descubrió que la quercetina actúa sobre la familia de genes llamada KCNQ.
Este grupo de genes tiene una gran influencia en la salud humana y su disfunción está relacionada con varias enfermedades comunes, como la diabetes, la arritmia cardíaca y la epilepsia.
Las alcaparras, y su ingrediente, la quercetina, de repente revelaron en el laboratorio sus propiedades terapéuticas.
Este mecanismo puede extenderse a otros alimentos ricos en quercetina en nuestra dieta y suplementos nutricionales que la tengan como principal ingrediente.
El descubrimiento fue realizado por el laboratorio de Geoffrey Abbott, profesor del Departamento de Fisiología y Biofísica de la Facultad.
"Ahora que entendemos cómo la quercetina controla los canales de KCNQ", dijo Abbott, "se pueden realizar futuros estudios de química médica para crear y optimizar pequeñas moléculas relacionadas con la quercetina para su uso potencial como fármacos terapéuticos".
El laboratorio de Abbott examinó los extractos de plantas para determinar la capacidad de alterar la actividad de los genes, KCNQ y descubrió que el extracto del uno por ciento de alcaparras en escabeche activaba canales importantes para la actividad normal del cerebro y el corazón humanos.
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Otros estudios revelaron el mecanismo molecular: la quercetina del extracto de alcaparras se une a una región del canal KCNQ necesaria para responder a la actividad eléctrica y, al hacerlo, "engaña" al canal para que se abra cuando normalmente estaría cerrado.
"Aumentar la actividad de los canales KCNQ en diferentes partes del cuerpo es potencialmente muy beneficioso", explicó Abbott. "Los medicamentos sintéticos que hacen esto se han utilizado para tratar la epilepsia y son prometedores para prevenir los ritmos cardíacos anormales".
Una historia milenaria
La evidencia arqueológica del consumo humano de alcaparras se remonta a 10.000 años, según hallazgos arqueológicos de los depósitos de suelo del Mesolítico en Siria y las viviendas en cuevas de la Edad de Piedra tardía en Grecia e Israel.
Las alcaparras se han utilizado tradicionalmente como medicina popular durante cientos, si no miles de años.
En este siglo, se estudian por su potencial como propiedades anticancerígenas, antidiabéticas y antiinflamatorias, y sus posibles beneficios circulatorios y gastrointestinales.
Las alcaparras se conservan encurtiéndolas en sal, en forma de salmuera, con vinagre o vino. Suelen enjuagarse antes de usarlas para sacarles algo de la sal con las que se las preserva.
En Italia y Grecia crecen en las laderas y se usan en ensaladas, pastas puttanescas, salsas de pollos y teneras, y hasta como un ingrediente de la pizza.
Se cultivan en distintos tamaños, las más grandes son del tamaño de una arveja.
Más que una dieta para bajar de peso, la dieta mediterránea, es un estilo de vida con una alimentación a base de alimentos de origen vegetal, granos enteros, nueces, semillas, pescado, entre otros. Entre algunos alimentos permitidos, se incluye el vino tinto.
Esta dieta existe desde hace miles de años, en sí es un legado de la región mediterránea. Los beneficios de esta dieta fueron descubiertos por el doctor Ancel Keys en 1970, que publicó una investigación que asoció a la dieta mediterránea con la salud cardiovascular.
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