Un empresario recibió un trasplante de corazón de un ciclista muerto en un accidente de tránsito. A pocos días de la cirugía, sintió muchos deseos de andar en bicicleta, algo que no había hecho en su vida. Hoy pedalea a menudo, y en el caso lleva el nombre de su donante.
A los 38 años, Kevin Mashford tuvo que superar una serie de complicaciones de salud por haber nacido con múltiples defectos cardíacos congénitos. Y si bien le colocaron tres marcapasos, no fue suficiente para evitar un ataque cardíaco que casi termina con su vida. Por eso lo inscribieron en una lista de donantes, cuando casi tenía los días contados, con severas deficiencias renales, pulmonares y cardíacas.
Por fortuna apareció un donante y le realizaron un trasplante cardíaco en mayo de 2014 (imagen abajo). El corazón provenía de un ciclista llamado John, fallecido tras chocar contra un camión. A pocos días de la operación de 13 horas de duración, Mashford pidió a sus fisioterapeutas que le llevaran una bicicleta fija a su cuarto, ya que sentía muchos deseos de pedalear.
Durante su convalecencia anduvo en bicicleta durante 7 minutos diarios, a pesar de que era una actividad que nunca había hecho en su vida. Hoy sigue pedaleando con entusiasmo, y lleva en su casco el nombre de quien le salvó la vida: R.I.P. John.
Tras esta experiencia, Kevin Mashford creó la fundación benéfica The Transplant Association. A través de ella realiza travesías en bicicleta por el país, y también junta fondos y busca que se sumen más personas a las listas de donantes.
El caso de Kevin no es el único: según cuenta en su libro “Un cambio de corazón” la escritora Claire Sylvia, en 1988 una mujer estadounidense recibió un trasplante de corazón de un joven de Maine de 18 años. Luego de la operación, la mujer empezó a sentir nuevos e incontrolables deseos de comer nuggets de pollo y ajíes verdes. También tenía sueños con un tal “Tim”. Buscò en los obituarios de los diarios de Maine y dio con el joven: su nombre era Tim y según informó su familia, le gustaban los nuggets y los ajíes verdes.
Otro caso es el de un trabajador de la fundición de 47 años, que recibió el corazón de un estudiante negro de 17 años. Al tiempo empezó a tener una fuerte fascinación por la música clásica, y si bien era de esperar que su donante fuera más fanático del rap, resulto ser un estudiante de violín. El joven había muerto abrazado a la caja de su instrumento cuando se dirigía a tomar una clase.
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La pregunta surge en forma casi obvia: ¿los órganos trasplantados, tienen memoria? El artículo “Transferencia de memoria en receptores de órganos trasplantados” arroja algo de luz sobre este asunto. Fue publicado en el Journal of New Approaches to Medicine and Health (NAMAH por sus siglas en inglés), y su autor es Sandeep Joshi, ingeniero en computación y autor de un blog sobre yoga.
Joshi afirma que hay muchos pacientes trasplantados que admiten haber heredado memorias y emociones de sus donantes, e incluso tienen cambios de personalidad. Lo curioso es que muchas veces no tienen información sobre sus donantes.
El autor menciona un estudio realizado en 992, en el Departamento de Cirugía del Hospital Universitario de Viena, en Austria. Allí, se evaluó la reacción de 47 pacientes que recibieron un trasplante de corazón. El doctor Benjamin Bunzel, líder de la investigación, informó que el 79% de los pacientes receptores declararon no haber notado cambios en su personalidad. Estas personas se burlaron y se mostraron hostiles y enojados cuando les preguntaron si sentían algún tipo de energía de sus donantes.
Un 15 % de los pacientes manifestó que su personalidad había cambiado, pero no por influencias del donante sino por la amenaza de vida por la que habían atravesado al ser trasplantados. Pero un 6% de los pacientes comentó que la cirugía había influido en su personalidad. Tras la operación querían modificar sus sentimientos anteriores y acomodarse a las que “recibían” del donante a través del nuevo corazón.
Sin embargo, no todos los trasplantados cambian de personalidad. En su libro “The hearts code tapping”, el doctor Paul Pearsall sostiene que algunas personas son más susceptibles que otras a sufrir cambios de personalidad al recibir un órgano ajeno. Hay quienes dicen sentir una energía especial, pero otros son más escépticos y no creen en que pueda ser capaz de influir en algún modo.
Hay otras teorías que sostienen que hay una memoria celular alojada en el corazón que se comporta como un pequeño cerebro autónomo. Otros sugieren que el corazón del donante contiene su propia energía psíquica y hasta hay quien afirma que el espíritu del donante sigue en la tierra y comanda sus deseos desde el nuevo cuerpo. ¿Será posible?
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