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Se utiliza mucho para el relleno de arrugas en la cara ya que actúa como un “lifting líquido” que permite mejorar el aspecto y lograr cambios importantes. 

Es el encargado de transferir nutrientes esenciales a las células de la piel a través de la corriente sanguínea, y existe en altas concentraciones en el tejido conectivo, la piel, los cartílagos y  el fluido que rodea los ojos.

En medicina se utiliza con frecuencia y se suele inyectar en pacientes con artritis para proporcionarles lubricación extra en las articulaciones y atenuar así los dolores.

También es una de las mejores opciones para reducir arrugas faciales y líneas de expresión, ya que una vez aplicado sostiene la estructura de los tejidos y reestablece el volumen y la elasticidad perdida con los años. 

Es muy apropiado para mejorar el contorno del rostro, reducir cicatrices y lastimaduras o redefinir el borde de los labios En los últimos tiempos se desarrollaron varias fórmulas sintéticas de ácido hialurónico que son muy usadas en reumatología, estética y oftalmología.

La aplicación se realiza en pequeñas dosis y con agujas finas que casi no causan molestias, y en algunos pacientes pueden llegar a ser necesarias un par de sesiones para poder apreciar resultados satisfactorios.

Luego del tratamiento se recomienda no hacer actividades violentas ni frotar el área inyectada, que al principio puede llegar a verse enrojecida pero mejora con el paso de las horas. El ácido hialurónico es una buena alternativa válida para todos excepto para quienes tienen alergia al colágeno bovino.

El tratamiento debe repetirse dos o tres veces al año para mantener el efecto rejuvenecedor, ya que si se suspende la aplicación el material se reabsorbe, los tejidos vuelven a su estado original, reaparecen las arrugas y las áreas con relleno pierden el volumen que habían adquirido.