Los recuerdos se pueden transferir, al menos entre caracoles. Este es el logro que acaba de dar a conocer un equipo de científicos de la Universidad de California, en Los Ángeles, en un artículo publicado en la revista eNeuro.
Los especialistas transfirieron moléculas cerebrales de caracoles entrenados a otros no entrenados. Después del procedimiento, los no entrenados se comportaron como si recordaran experiencias de los otros. En pocas palabras: la memoria se puede trasplantar.
Para este experimento usaron aplysias, un tipo de caracoles de mar que tiene grandes capacidades de tener recuerdos a largo plazo. Para entrenarlos, les dieron pequeñas descargas eléctricas para que retractaran los sifones que usan para expulsar sus desechos. Los caracoles entrenados retractan sus sifones por mucho más tiempo que uno no entrenado; de esta manera pudieron identificar el cambio de conducta al recibir el trasplante.
El equipo, liderado por el profesor de neurobiología en la UCLA David Glanzman, inyectó el ácido ribonucleico (ARN) de los entrenados a los no entrenados para transferir la información. El ARN sirve como mensajero, pero también ayuda a activar y desactivar genes.
El doctor Glanzman dijo a The New York Times que este es el primer estudio que funciona para proponer que los recuerdos se puedan transferir de esa manera. Aunque es un avance importante, aún está muy lejos de ser aplicado a las personas, sin embargo, el científico espera que pueda replicarse en otros animales y que, en el futuro, sirva como un paso más hacia la comprensión de cómo la genética está involucrada en la memoria.
El enigma de mejorar la memoria
La memoria ha sido objeto de estudio en laboratorios de todo el mundo no solo para comprender su funcionamiento, también se buscan maneras de fortalecerla y conservarla. Por otro lado, la población está ávida de respuestas sobre el tema: la memoria es una de las cualidades que se deteriora más con el paso de los años.
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Las recomendaciones para estimular la memoria parecen infinitas. Lo que sí está claro es que hay una asociación entre estímulos sensoriales, actividad física y alimentación y la prevención del deterioro cognitivo.
Un estudio reciente del instituto Baycrest de Canadá reveló que al aprender música o idiomas, se entrena al cerebro para ser más eficiente y, a su vez, se protege contra el deterioro cognitivo y trastornos que pueden presentarse con el tiempo, como demencia y Alzheimer. Los hallazgos mostraron cómo estos dos factores impactan en el cerebro, y así mejora la memoria de trabajo y la capacidad para recordar detalles.
También está comprobado que la mala alimentación puede reducir el tamaño del cerebro. Una de las investigaciones más recientes sobre el tema, desarrollada por el Erasmus University Medical Center en los Países Bajos, sugiere que las personas que llevan una dieta con abundancia de frutas, verduras y grasas saludables y bajas en carnes rojas, tenía el hipocampo más grande, que es el área del cerebro involucrada con el procesamiento de recuerdos.
Finalmente, diferentes estudios avalan que la actividad física contribuye a retrasar o disminuir el deterioro cognitivo, mas no a prevenirlo. Llevar una rutina de ejercicios también reduce de forma dramática el riesgo de una enfermedad cardíaca y de un accidente cerebrovascular, que son factores de riesgo para la pérdida de memoria.
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