Las sodas y bebidas azucaradas de gran tamaño pronto podrían ser cosa del pasado, al menos en Nueva York: con el objetivo de combatir la obesidad, en esta ciudad acaba de aprobarse una iniciativa para prohibir la venta de estas bebidas. Aunque los especialistas consideran que es una medida adecuada, otros pretenden bloquearla.
Puntos Clave
- Aprueban la iniciativa de prohibir la venta de refrescos grandes en Nueva York.
- Relacionan consumo de refrescos con violencia juvenil.
Nueva York sería pronto una ciudad más saludable: acaba de aprobarse la prohibición sobre la venta de refrescos y otras bebidas azucaradas de más de 16 onzas (470 mililitros); esto, con el objetivo de reducir las tasas de obesidad en esta ciudad.
Esta prohibición fue propuesta por el gobernador Michael Bloomberg en marzo del 2012, y fue aprobada recientemente por el Board of Health de Nueva York, con una votación de ocho a favor, cero en contra y una abstención.
"Ésta es la decisión más grande que cualquier ciudad haya tomado para combatir la obesidad, y creemos que con ella se salvarán muchas vidas", comentó Bloomberg poco después de la aprobación.
La nueva normativa sobre la venta de bebidas entraría en vigor en un lapso de seis meses, es decir, alrededor de marzo del 2013, si es que no se ve bloqueada por un juez.
Para el Dr. Joel A. Forman, miembro del Board of Health de Nueva York y profesor de la Escuela de Medicina Monte Sinaí, la decisión tomada fue la correcta: "Hay pruebas de que las bebidas azucaradas están relacionadas con la obesidad, una enfermedad que mata a cerca de 5,000 personas cada año; no podíamos quedarnos sin hacer algo al respecto”.
No obstante, esta iniciativa tiene también a sus detractores, quienes pretenden incluso llegar a las cortes con tal de impedir que sea aplicada.
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"Al imponer esta medida, el Board of Health no ha mostrado respeto alguno por la opinión pública ni por las finanzas de la ciudad", comentó Eliot Hoff, vocero del New Yorkers for Beverage Choices, un grupo financiado por la industria refresquera.
De acuerdo con Hoff y otros opositores, la nueva norma coartaría la libertad de la gente de elegir el tamaña de la bebida que desean consumir, y al mismo tiempo haría perder dinero a las pequeñas empresas de la ciudad.
Los detractores de la prohibición aseguran que llevarán a cabo las acciones legales pertinentes con el objetivo de impedir la entrada en vigor de esta nueva ley, que afectaría a restaurantes, cafés, cines, centros de espectáculos y cadenas de comida rápida, pero no a los almacenes y tiendas de comestibles.
Michael Bloomberg se ha distinguido por sus iniciativas ambiciosas en materia de salud: recientemente, el gobernador lanzó una petición para restringir el uso de leche de fórmula en los hospitales de Nueva York, y en 2011, con el objetivo de combatir el tabaquismo, el gobernador consiguió prohibir que se fumara en todos los lugares públicos.
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