¿De qué color es la leche? Blanca. ¿De qué animal sale la leche? De la vaca. Hasta ahí, muchos podríamos pensar que no hay más que decir acerca de la leche. Sin embargo, para los casi 50 millones de estadounidenses que sufren de intolerancia a la lactosa, hay más preguntas. Una revisión de diferentes estudios analizó la leche A2 que, dicen, es ideal para los que no toleran la lactosa, y la A1, que toma la mayoría.
La leche A2, ¿la nueva esperanza?
Aunque existen otras alternativas a la leche de vaca, cada vez se habla más de una leche que, aunque proviene de la vaca, no provocaría intolerancia: la leche con beta-caseína A2. La firma que la comercializa, que proviene de Nueva Zelanda, afirma que “esta leche cambiará todo”.
¿Qué tiene de especial esta leche?
Alrededor del 95% de las proteínas de la leche de vaca están formadas por caseínas y proteína del suero de leche. De todas las caseínas, la beta-caseína es la segunda más abundante y tiene muchas propiedades. Dentro de este grupo, existen dos tipos de variantes que son las más comunes: la A1 y la A2. ¿De qué depende cada una de estas variantes? Del tipo de vaca de donde proviene la leche. Así lo explica el estudio “Proteínas de la leche y salud humana: hipótesis de la leche A1/A2" publicado en el Indian Journal of Endocrinology and Metabolism, que sugiere que quienes toman leche tipo A2 tienen una menor incidencia de enfermedad cardíaca y diabetes tipo 1.
No es el único estudio que se refiere a la leche A1 como posible riesgo para la salud. En 2007 el libro “El diablo en la leche” afirmó que la leche A1 forma fragmentos que producen inflamación en el cuerpo y pueden llevar al síndrome del intestino irritable, el eczema, la esquizofrenia y hasta el autismo.
Unos años antes, en 2005, una revisión publicada por la European Journal for Clinical Nutrition concluyó que:
- No existe evidencia que la betacaseína A1 de la leche vacuna cause diabetes tipo 1.
- Tampoco existe suficiente información de que aumente el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Más allá de la vaca
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Mientras todavía hacen falta más estudios que sigan analizando la diferencia entre las betacaseína A1 y A2, existen en el mercado otras opciones que aportan los nutrientes necesarios y que evitan las reacciones que pueden sufrir las personas con intolerancia al tomar leche de vaca. Algunas opciones son: la leche de almendra, la leche de soya y la leche de proteína hidrolizada.
Leche de almendra versus leche de soya
Ambas son recomendadas para niños con alergia o intolerancia a la leche de vaca.
Un estudio, realizado por el Departamento de Ciencia Pediátrica de la Universidad de Messina, Italia, analizó a 52 niños de 5 a 9 meses con intolerancia o alergia a la lactosa y demostró que los niños no mostraron diferencia en su crecimiento (peso, altura o circunferencia de la cabeza), entre los niños alimentados con leche de almendra o los que recibieron leche de soya o o la fórmula de leche de la proteína hidrolizada.
No obstante, los suplementos de soya y la leche de fórmula proteica hidrolizada causó´en algunos niños, una sensibilidad (23% a la soya y 15% a la fórmula de leche de la proteína hidrolizada) mientras que no sucedió con la leche de almendra.
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